31/12/12

Poema-Cover

Hace años una Corsaria me escribió unos versos reclamándome mi fama de mujeriego. Tiempo después yo escribí, en una de las páginas falsas de Farabeuf, un poemita que, sin querer se volvió un cover de esos versos:

¿Cómo cotejarte con tu reflejo?
En cada universo, alguien como yo
besa el espacio que va de
tu piel al infinito.
Inmaculada, enardecida, sublimada,
mujer. Mujer con cada letra,
así como en el Cratilo.
Tu nombre corresponde a lo que eres.
Si te hubiese visto y no hubiera hablado
te habría llamado amada
desde el principio.

(México, ¿2009-2010?)

Princesa de cristal


Para... 
Princesa de cristal
Así se dicen entre vosotras, ¿no?
Princesas, florecillas, niñas divinas
que juegan lo mismo que nosotros,
pero lo juegan mal.
¿Malentendieron el instructivo acaso?
Este tramo no tiene atajos
y vosotras no pilláis.
Princesita de cristal, flor nitrogenada
quebradiza a cada tramo de tu cuerpo
huesos, piel y nervios
todo todo fragilidad
todo todo la máscara más cara.
No soportarías el peso
de esto que te entrego,
pues ni podés con el tuyo propio.
Tan endeble, tan liviana.
“Hazme tuya” me dijiste
¿Cómo asirte si pronto serás aire?
¿si de cristal serás nada?

30/12/12

El botón Reset, la opción Restart/Retry

En todas las consolas de videojuegos que conozco existe un delicado y poderoso objeto/opción-en-el-menú-de-pausa capaz de (pseudo)erradicar todos los errores cometidos durante la partida, sin importar cuán absurdos, estúpidos o fatales hayan sido: el Reset/Restart/Retry. Nada más útil y peligroso que dotar a un macarra con el enorme poder de regresar en el tiempo: puede que el imbécil haga todo bien sólo la enésima vez.
Se podría pensar en la no-consecuencia o en que promueve la estupidez del fallo constante, pero no es así: cualquier buen gamer sabe que ese delicado objeto consiste en el último recurso del cobarde: no lo toca a menos que los gráficos indiquen que el programa se ha trabado: muchas veces resulta más honorable (más disfrutable, incluso) enfrentarse al trágico desenlace de la muerte del personaje que recurrir cobardemente al Reset/Retry: resulta incluso más fructífero ver cómo terminan las acciones tras los recurrentes errores antes de re-intentar el puzzle/combate/nivel. Resulta posible pensar mejor cuando se manejan todas las variables (o al menos, a esa teoría nos ceñimos muchas veces).
Por lo que, resetear es justo eso: la esperanza de hacer las cosas mejor la próxima vez, reiniciar el calabozo/combate y enfrentar al enigma/enemigo una vez más con la idea de vencerle definitivamente. Reset equivale a renovación, no a un simple reinicio de máquina que no aprende: el videojugador posee inteligencia (presumiblemente) y sabe qué pasos lo han llevado al fallo estrepitoso. El reset consiste en un oriboros tecnológico, una enseñanza desde el micromundo de gráficos digitales o en pixeles de que en la posmodernidad no todo está perdido, se vale regresar al nivel/calabozo e intentarlo de nuevo.

18/12/12

Un deseo...

Le encontrás en la cocina con un aire inocente, mientras el vapor del agua en la tetera se escapa con tiernos remolinos traslúcidos, y te pierdes entre las notas de un tango que escucha sin motivo alguno y que tararea al no saber la letra de memoria. Escuchás la música; olfateas ese humo a distancia y pillas que es café lo que prepara. Se acerca a la mesa, vos le ves de ensueño. Sus manos finas, sus ojos inolvidables y esos labios que... Te reís, pero esa personita a la que cuidás no se percata.
Entrás en ese cuarto estrecho, ocupado por un frigorífico viejo y un calentador que sería capaz de recordar una vida entera (por tu mente pasa fugaz el ¿cómopuedeestofuncionar?). Ignorás que desconocés la respuesta y te acercás más y más hasta quedar a su espalda. Le decís al oído todo lo que un día no quisiste decir, susurrás con entusiasmo toda la historia que escribiste y que terminó ardiendo en un pote entretanto tu mirada se perdía en el fuego creado de esas páginas. Pero no, no te escucha, o ha fingido no escucharte; sólo da sorbos al café, coge el diario y lo abre leyendo únicamente los titulares para después olvidarlo al lado con ese gesto que tanto te hace gracia y, en cuestión de minutos, volver a concentrarse en el café que ya se habrá enfriado.
En cuanto acerca nuevamente la taza a su boca, vos le das un beso en la mejilla. Abre sus ojos que delatan sus pupilas dilatadas. Con el movimiento de sus labios clama tu nombre, pensás que ha caído en cuenta de que estás ahí; pero, en el preciso momento, sus manos se acercan a su rostro para bloquear el torrente de lágrimas que por poco se le desborda, recobra la compostura repitiendo en susurro sin aliento "tranquilízate, tranquilízate" y tira el resto del líquido oscuro para irse al sofá y encender el televisor sin verlo realmente.
– ¿Te quedarás? – pregunta una vocecilla dentro de tu cabeza.
Pero le ves dormir. Parece soñar algo intranquilo, una pesadilla, quizá, en la que sus labios siguen evocando tu nombre. Su figura se retuerce por el dolor en los laberintos de su mente, el sudor frío le corre por el rostro y dos arroyos comienzan a surgir de entre sus párpados fuertemente cerrados. De súbito despierta para calmarse con "sólo ha sido un mal sueño", buscar tu retrato y quedarse en letargo llorando en silencio.
– Entonces – comienza a decir esa vocecilla mientras pensás en silencio – ; ¿te quedarás?


México, 19 de Enero de 2008

Heartflower

Foto "Delicate" de Nyuu
Armaste un corazón
con la certeza de una autopsia
y lo dejamos allí
a merced del humo de los carros,
de las ardillas, de los balones.
No recuerdo qué conversamos
pero armaste un corazón.
Y debió ser algo importante
porque nos alejamos de esos sitios comunes
donde todos nos veían
y armaste un corazón.

En serio, ¿qué dijiste?
Lo más vívido son tus manos
juntando arrejuntando
pétalos moribundos
y polvo, harto polvo
entre tus dedos siempre polvo
mis dedos/polvo
mis manos/polvo
mi cuerpo/polvo
Entre tus dedos, siempre polvo
sobre todo en los finales,
después de los créditos y el hidden track
en medio del silencio
cuando el cuarto entero se agrieta
para caerse a pedazos en un segundo lentísimo.

Porque mi anatomía es la de la muerte
tengo un lugar específico
justo para tu cabeza
donde tu cabello ahogase mi clavícula.

Me dejaste un cuerpo mutilado,
los restos de una jacaranda //reciclaste su cadáver//,
dispuesto en una barda,
incrustado en el tórax
y se resquebraja poco a poquito
paso a paso
trago a trago.

Tengo el último pétalo
rompiéndose en el pecho,
a merced del humo
de las ardillas
de los balones
entre el polvo...

4/12/12

Represión y Resistencia (Pte. 2)

México, 3/4 de Diciembre de 2012
II
“Si así no lo hiciere, que la nación me/se lo demande”. Esta frase importantísima en la toma de protesta, en los labios de Peña Nieto sonó con gran desdén, con tremendas ganas de evitarla, como si la simple idea de que el pueblo le demandase algo le pareciera repugnante: el tono de su voz incluso subió de manera forzada, un temblor en su timbre se delató. La frase la soltó breve, fugaz, para que nadie se diera cuenta de que estaba allí. Demasiado tarde: cada seis años nos dicen lo mismo: “si no lo hiciere, que la nación me lo demande” y, justo ahora, ante una fuerza opresora, incapaz de soportar las críticas, incapaz de negociar (pobre, no sabe), la frase “que la nación me lo demande” nos aflora.
El 1 de Diciembre de 2012, una gran parte de la nación demandó algo: #MéxicoNoTienePresidente (quizá luego retome el punto de esta postura: pros y contras de considerar a Peña o no como presidente –impuesto o no, pero considerarlo presidente– ). La respuesta ante la demanda: gas lacrimógeno, balas de goma, disparos directos a la cabeza. Bien rezaba la frase: “que la Nación me lo demande”. Quiere decir que, o los inconformes no son/somos parte de la Nación o que la Nación puede demandar y el PRI se guarda el derecho de responder como le diese la gana. ¿Quién dice que la hermenéutica no se aplica a la constitución? Al menos, en eso, los colegas de EPN ya hacen escuela.


Nación. El vocablo suena raro. El sustantivo se define por territorio, población, emblemas que lo distinguen, himno, gobierno, cultura, etcétera. Las naciones (pos)modernas (por muy supeditadas que se encuentren a la economía) mantienen un esquema básico de gobierno. En las países que no responen a un régimen monárquico resulta en crimen contra la patria el asumir un cargo noble (por algo Juárez fusiló a Maximiliano en el Cerro de las Campanas, Querétaro).
¿Qué pensar entonces de la famosita Pau Peña? Esta niña suministró chistes y quejas políticas durante la campaña de su padre debido a que, incapaz de soportar una sola crítica, llamó “prole” (uso del lexema con un tono altamente peyorativo). La niña olvidó por un segundo que el proletariado es la fuerza de trabajo, el sostén principal de este país que se va cayendo a pedazos y se mantiene a flote de milagro.
Su última primicia fue autodenominarse “la nueva princesa de México” (Juárez ya habría tomado cartas en el asunto). Vanidad de adolescente, quizá; una ferviente venganza contra la prole marcar su lugar un estrato más alto. Si la pequeña atendiera bien a las clases que su padre con tanto esfuerzo le ha de pagar, sabría que –a pesar del fuero político– el presidente no deja de ser un ciudadano como cualquier otro. Sin embargo, nos recuerda algo: nosotros mismos hemos mitificado la figura del presidente. Si en algún punto exacto recae su poder, está en el imaginario colectivo.
Tanto Pau como Enrique, por muy nobles que la niña quiera, por muy poderosos que los veamos envestidos con sus trajes carísimos y montados en camionetas de lujo, también sangran. La revolución francesa usó la guillotina en contra de los nobles: vieron que su sangre no pintaba azul ni bendecía el metal. No hay que olvidar que el PRI también fue el primero en retroceder el reloj algunas décadas y ya entrados en la moda retro...

En realidad, ¿quién desea más muertes? La ira, el temor, el descontento, la frustración... detonan esos deseos homicidas: entendibles y válidos (según Sade). Sin embargo, la sangre nunca lava nada. Pero, hay momentos en que la confrontación cuerpo a cuerpo resulta ineludible y no queda sino sobrevivir: una colonia de hormigas desintegra fácilmente un saltamontes de tamaño considerable si éstas necesitan alimento.
Con todo lo anterior, PRI/EPN cometen uno de los errores básicos según Maquiavelo: hacerse odiar. Las represiones violentas ya el pueblo las conoce de memoria, el miedo se sufre a diario con asaltos a mano armada, violaciones, violencia de género, impunidad, corrupción, y un etcétera bastante escabroso y amplio. En un país donde el miedo es pan de cada día, ante un abuso más perpetrado por alguien declaradamente ignorante y marioneta no puede/debe detonar sino el odio más rotundo: un pueblo que odia a su príncipe derriba al monarca fácilmente (Maquiavelo).

2/12/12

Imposición y Resistencia (1a Pte.).

México, 2 de diciembre, 2012.

Prefacio

Casi nunca toco el tema de la política de forma directa: el discurso siempre sabe incendiario, anarquista, repetitivo y burdo; sin embargo, esta vez haré un intento pues, un mentor ya me dijo que cada uno debe movilizarse desde su propia plataforma y por fortuna/desgracia, este blog me sirve.
No sé quiénes lean periódicamente cada texto que escribo pero, si esto llega a alguien y le deja algo ya será ganancia.

I


Ayer, Enrique Peña Nieto (candidato que postuló el PRI) hizo toma de protesta para cumplir el protocolo que lo coloca como presidente de México. Ayer, desde antes de que el priísta realizara el ritual, ya había gente protestando contra la imposición de un presidente. 
En los actos de violencia incurrieron ambas partes, la policía y los manifestantes, hay que admitirlo; sin embargo, ¿quién lanzó la primera piedra?
En realidad, el PRI siempre ha jugado con gente infiltrada: los famosos porros, los perros de ataque que dan el pretexto para las golpizas brutales contra la mayoría de los inconformes que levantan su voz a falta de un fusil. Esos porros son gente fiel al régimen priísta y desde la matanza en Tlatelolco, el 2 de Octubre de 1968 (cuando Díaz Ordaz, presidente también del PRI), lo sabemos. También lo confirmó el Halconazo/la matanza de Corpus (10 de Junio de 1971). Otro violentísimo y cruentísimo acto represivo, nuevamente bajo el régimen de Luis Echeverría Álvarez, también priísta.
 El primer golpe lo dio quien haya puesto ese doble cerco en San Lázaro. Varios días antes (casi una semana antes) de que Peña Nieto se dispusiera a pisar el Congreso de la Unión. Vallas metálicas surgieron como hongos al rededor del edificio para negar el acceso a la cámara de diputados. El radio abarcado por dicho cerco era demasiado amplio. ¿Por qué calificar esa frontera metálica como agresión? Sencillo: alejar sistemáticamente al pueblo de un suceso completamente nacional, que incumbe tanto a la cúpula económica como a la base de la pirámide social, ya incurre en un acto de violencia: el gobierno aleja a todos los interesados en su Nación de modo que no puedan intervenir: simbólicamente anulan la democracia; sin mencionar la imposición (ya harto demostrada y conocida). Hay un mensaje claro por parte de los que ostentan el poder político: No hay democracia en México.

La respuesta del pueblo mexicano: destrozar la muralla de caricatura, golpear las paredes que le imponen. El cerco delimitaba un centro y una periferia: el pueblo del cual vive el gobierno era el centro único e inamovible: el pueblo que le da de comer y le permite existir, la periferia prescindible. Error.
Violencia comprensible: después de tanto ser abusado, la víctima acomete contra su victimario. Mencioné en la nota, que el PRI tiene fama de alborotador contra sí mismo, de modo que pueda ejercer en nombre del orden una violencia desmedida contra sujetos desarmados, civiles sin entrenamiento militar, cuyo único deseo consiste en sufrir un poquito menos las inclemencias del planeta, lo único que piden, los derechos humanos más elementales: vida libre, vida justa, vida digna.
El gobierno atacó con la policía, su brazo armado, uniformada, con escudos, con balas de goma, con gas lacrimógeno lanzado directamente a los civiles, con botas sobre jóvenes y ancianos, golpizas desenfrenadas: el fantasma del Halconazo y del '68 se presentan.
¿Los medios? ¿Los medios televisivos que impulsaron la campaña de EPN aún antes del tiempo asignado (¿o creen que la boda con la Gaviota fue por amor?)? Esos medios calificaron de anarquistas, agitadores, vándalos. Un profesor mencionó que, durante el '68 mexicano, los policías detenían a estudiantes por el simple hecho de portar un libro bajo el brazo. “Este es un tipo peligroso” le dijeron los del retén de aquellos días al ver un libro sobre comunismo entre sus pertenencias. Ahora corre un video sobre una situación similar: un anciano regalando libros a los policías que luego lo golpearían por ser un vándalo y agitador y violentador del orden: intentó que un policía leyera.
Puñetazos y patadas a todo aquel que cayera entre las fauces de esos perros malbaratados. Tanto que por un segundo se pensó que Valdivia había muerto (afortunadamente, según dicen los medios tanto televisivos como de internet, no) y se supo de lo que sufrió Uriel: pérdida del ojo derecho. Lo que debe decirnos algo: ambas situaciones no resultan improbables bajo los regímenes del PRI: la represión es su pastor, creen que nada les falta.

7/11/12

La última cena

Para Roulette

Ahora entras al bar. Este viaje inesperado para los dos causa tales distorciones en nuestros universos que nuestras respectivas órbitas desvían su trayectoria habitual. Durante la última charla, acordamos por fin llegar al tabú establecido implícitamente en nuestras pláticas pues los dos, víctimas de conversaciones inapropiadas e inocentes, compadecíamos lo mismo uno en el otro.
Ordenas la comida mientras mis ojos divagan distraidamente por tu cuerpo. Traes ropa negra encima. Aún no lo sabes, pero ese color me pierde completamente, por lo que piensas que cínicamente miro tu pecho. Un rubor discreto aparece en tus mejillas morenas. Te enfadas un poco. Comprensible, la última imagen que te di fue de un príncipe infante, no la de un mirón desvergonzado. Tu ira comienza a manifestarse cuando prestas atención a mis ojos. Ves que no hay lascivia, ni siquiera un intento mínimo de observar a través de tu blusa. Asumes: “Está pensando”. Pero no, sólo miro el vacío infinito en la ausencia de colores que repentinamente se transforma en dos pechos redondos, delicados, firmes, recubiertos por una tela de suave algodón.

Levanto discretamente los ojos. Pienso que el rubor te lo has puesto mientras miraba hacia otra parte mas se esfuma súbitamente. Muevo los labios en una palabra inaudiblemente inteligible: “PERDÓN”. Sonríes negando con la cabeza. Nuestra depresión llega hasta límites insospechados, importaría un bledo vernos desnudos ahora, sin lujuria por tristeza. Llegan los platillos. Carne asada en compañía de verduras al vapor, aún humeantes, recién sacadas de la olla.
– Mira, creo que el brócoli aún respira – comentario desesperado para romper el silencio.
Risas.

Al fondo hay una rocola. La miro con esperanza de encontrar música adecuada. Hoy no me importa el presupuesto monetario. Podría gastarme todos los ahorros, morir de hambre en tres meses, ir preso, cualquier evento pasaría inadvertido siempre que precediera al irremediable fin de mi existencia.
Después de hacerte el amor esta noche moriría tan tranquilo como ese olor de plantas nocturnas que nos inundó mientras podábamos manualmente tu jardín esa noche de verano. Me retiro tras decir “Espera, no tardo”. El macroreproductor contiene gran variedad, grupos de “música” mexicana norteña, pop conocido, una sección para inadaptados (boleros, trova y algunos tangos), elijo las tres canciones justas: dos boleros y un tango. Después de asegurarme que mi selección comenzaba inmediatamente, regreso a la mesa.

“No había buen rock, pensé que era lo menos sugestivo del repertorio” miento con pésima dicción. La letra te indica otra cosa, por ende me observas minuciosamente. Mando todo al diablo. Bebo la copa de licor con un solo sorbo y te invito a bailar.
– Pero no sé bailar boleros.
– Yo tampoco.


Tomas la mano ofrecida. Esa melodía insulsa dibuja una sonrisa breve entre tus labios. No me fijé cuándo cerraste los ojos, ni cómo llegamos al centro de la pista de baile. Con poca precisión seguimos el compás. Improvisamos pasos provinientes de una mezcolansa extraña entre ritmos tropicales y un andar cotidiano. A nadie interesa lo que nos pasa, si tropezamos o equivocamos el camino de nuestros pies.
Ya nos acoplamos casi totalmente. Igual que hace varios años danzando entre luces borrosas mirándonos a los ojos.

¿Será demasiado cinismo seducirte, cometer aquella dulce locura con alucinante sincronía de reloj suizo o equipo de fútbol holandés? Si abandonase la idea volveríamos a las trilladas charlas en ordenador. No concibo la idea de un beso electrónico enviado a través de mensajería instantánea por internet, ¿coito cibernético? ¿Orgasmo cibertrónico? Sé que los impulsos del cerebro son electricos, pero eso ya parece una parodia ridícula.
Aquel deseo colegial entre árboles que danzaban al rededor nuestro cuando recorríamos el jardín botánico ya forma parte de un pasado pasado; como lata de atún que caducó hace doce días, la cual no quieres ni abrir por miedo a la peste. Todo consiste en un pretérito decadente que ya no recuerdas o intentas desechar.

Mi lengua incontenible delata intenciones nada honorables. “Te propongo lo que una vez me rechazaste, cuando te invité a pasar al cuarto en que yo dormía”. Sería lindo escuchar cuán ruín suena el gruñido trepidante de mis palabras afrodisiacas en tu boca.
– Estas loco.
Beso robado.

Mañana quisiera imaginar tu voz nuevamente, saborear cada entonación que colocas a las frases de desprecio que ahora vociferas. Por el momento no me interesa si odio o deseo inundan tu ansioso sistema motriz, sólo importa el sabor del vino en tu boca, ese sorbo que resbala de la garganta a las entrañas.

Pareces gato asustado. Tiemblas horrorosamente, como si te hubiese caído un balde de agua helada. Ya no besamos como antes, ahora los labios buscan tibiesas extremas, intranquilas, mares carnosos donde ahogarse. Aunque reprochas mi alevosía, jamás intentaste apartar nuestras lenguas; de hecho, la mordías, no fieramente para sacarla de tu cavidad oral, sino con dulzura inextricable, idiosincrática.
– Te estás sobrepasando.
– ¿No te gusta?
No hay respuesta.

Pagamos la cuenta sin terminar de comer. Vamos a cualquier hotel que nos convenza. Ignoramos las advertencias, el televisor apagado o los muros de opacada madreperla pues las sábanas estorban sobre el colchón casi en ruinas y deben retirarse. Algún par de manos interviene en la encomienda. Entre bofetadas y blasfemias desgarramos almohadas, músculos, piel, entrañas y la cama entera. Maldices mi nombre/beso tu frente, mis manos/beso tu mejilla, mi cuerpo/beso tus senos/, mis ojos/beso tu vientre, mi boca/beso tu sexo. Aprietas las piernas, luego retas a que resista. Uso la lengua de una forma convincente. Aflojas tus muslos, los relajas sobre mis hombros. Regreso a tu cara. Veo ese éxtasis inmemorial de capricho cumplido junto a la culpa inherente. “Espera” susurras. Espero.

Me envuelves absolutamente, ni un centímetro de alma queda excento. La sangre nos incendia hasta colapsarnos como estrellas que implosionan una dentro de la otra.

Nos despedimos antes de dormir. Volverás a tu casa. ¿Pretenderás que nada de esto ha ocurrido? ¿O pensarás sólo en reencontrarnos nuevamente, con los mismos menesteres dentro de la cabeza, de modo que repitamos la velada? Yo me quedaré en la habitación desolada, con el deseo de un accidente fortuito que me fulmine de una buena vez. Ya sea tu regreso (imposible) o mi muerte (¿improbable?).

México, 08 de Agosto de 2010.

28/10/12

Caperucita y el lobo

Imagen: "Red riding hood" de silvestru
–Quítate la ropa, no la necesitarás.

Obediente, se despojó de sus prendas.

Observa. Rasguña. Muerde. Ladra. Muerde. Jadea. Muerde. Ladra. Jadea/Jadea. Muerde. Jadea/Jadea/Ja-de-a/Ja... de... a... Ja... a... a... ¡Aulla!

"C'est tout" anunció la niña tras su orquesta bestial mientras metía la paga en su abrigo rojo.

4/10/12

E-pístola

México D.F., a 30 de Junio del 2009

Prisma Y, Quivera,

¿Te importa si lloro un momento? No, no ha pasado nada grave, sólo la absurda melancolía que me es innata. Miraba un par de fotografías, leía algunos textos, en fin, revisaba el pasado común que compartimos con los elementos del universo. Me he dado cuenta de que, a pesar del tiempo y las pretensiones, de los momentos y las reacciones, de las peleas y las conversaciones (¿de los zumbidos y emoticones?), nunca (pero jamás) dije lo que alguna vez pensé en concreto –si es que a eso se le puede llamar pensar– .
Siempre me he fijado en las mujeres de ojos rasgados; han sido causa y efecto de mis fascinaciones abstractas, llanas (obtusas, agudas, de cualquier tipo de ángulo). Vos tenés esos ojos. Café claro –no miel, café claro– , como una oblea de cajeta: dulce con un toque de licor embriagante. Alguna vez te acercaste demasiado. Alguna vez pensé que (¿en serio se le llama pensar a eso?) nosotros...
Muchos creían tantas cosas, como se cree en Dios (un dios o el hasta pronto al decir adiós), yo mismo creí algo, pero alguien me confesó una de tus confesiones que me sacó de mi absurdo. Entonces comprendí tantas cosas (quizá no 'tantas' como da a entender la palabra, pero comprendí cosas). Yo mismo me he tratado de idiota por ello.

Me remitiré a lo necesario (espero).

Te vi por primera vez y supe que no eras lo que yo buscaba, supe también que te idealizaba y que posiblemente cometería un grave error si me acercaba peligrosamente a vos.
Te pensé, te miré, te observé, comencé a conocerte y comprendí que eramos seres distintos (¿primos relativos?), que yo era una quimera con más letras y vos una católimatématica. Vos creías en Dios, yo lo negaba. Vos sabías hallar deltas y épsilons, yo indagaba acerca del ser, la existencia y alguno que otro escritor –estando ambos en una carrera que concernía más a matemáticas que al nobel de Literatura– .
Invierno. Te conocí en invierno. Como ráfaga de nieve tu piel se acercaba a la mía a través de las ropas. Alguna vez te acercaste a mí para cobijarte del frío, alguna vez me consideré absurdamente en Paraíso y no hice más que disfrutar el momento fortuito.
Las veces que os acompañé a la avenida, para que vos cogieses el bus fueron fatales, pero me agradaba hacerlo. Era poder estar con vos, a tu lado, charlando un poco de filosofía y cálculo. Yo era dichoso. Con vos me sentía terriblemente bien. Era jodidamente genial. Extrañaré en verdad todo eso. En fin, luego la despedida, primero la confesión, que esta noche me siento obligado –más por el deseo de escribir y hablar con vos, que por el llamar tu atención– a relatar.

La maravilla consistió en que, conforme te iba conociendo, comprendía que no eras para mí. Que vos buscabas algo más y que yo no era más que un niñato, tu hermano menor – por decirlo de alguna manera – , un buen amigo o, simplemente, el chico que pronto se iría de esa facultad: un turista en el planeta Adm_PQuivera.

Lo que intento decir FL lo sabe, Koala lo sabe, Bbq lo sabe (la Santanera lo sabe): de algún modo extraño, aún sabiendo cómo sos, quién sos, qué sos, de dónde sos (y a dónde vas), te metiste en mí. Te adueñaste de un pedazo profundo. Al principio lo atribuí a tu belleza. No lo niego –ni vos lo negués– , sos increíblemente hermosa. Tenes una piel nácar, lechosa, como luna nueva; boca pequeña con labios delgados y rosados, apetecibles (¡cuántas veces tuve que contenerme! ¿Qué besos oculta esa curvatura de tus sonrisa?), tus brazos delgados, pero no huesudos; cubiertos con una piel firme y tersa. ¿Cuántas veces mis ojos divagaron en tu cintura, en tus caderas, habrán resbalado por tu vientre y volado rápidamente sobre tu sexo para resbalar por tus muslos, tus rodillas, tus espinillas y tus pantorrillas, hasta llegar a tus pies de pasos ligeros, casi infantiles? ¿Qué misterios envuelve tu cuerpo? ¿Qué aroma se oculta en tu cuello, en ese lunar donde nace tu espalda? ¿Qué susurro delata tu cabello? ¿Qué contacto tendrá tu mejilla en mis labios? ¿A qué “hora me dirás que te amo, esto es urgente que la eternidad se nos acaba”* (y se nos acabó, che, se nos acabó)?

No, en verdad no te amo. No llegué a amarte. Me transtornaba la idealización que hacía de vos, pero no puedo negar que sentía una cruel (sí, cruel), enigmática y gigante atracción por vos –aún la siento de vez en vez, cuando miro las fotos, cuando reviso el historial o cuando simplemente recuerdo algunas cosas– . Sé que no tengo derecho ni decencia al deciros esto. Sé que quizá con esto arruine lo que hemos vivido juntos y la amistad (o el pedazo de amistad) que hasta ahora hemos forjado.

(Por ahora viene el cinismo, dentro de poco comenzaré a llorar, supongo).

Supongo que ya te habías hecho alguna idea de todo esto. Quizá lo desechaste o posiblemente nunca transgredí la frontera de Amistad (aunque en mi mente naufragaba en Deseo con Teseo, Perseo, Orfeo y otros eos en un Liceo bastante feo). Esto fue un romance macabro. El delirio de una flauta pereciendo nocturnos, odas al amor, exhalando delirios de faunos y vomitando notas a lo imbécil.

¿Alguna vez mencioné que me gustaba tu nombre? No el segundo, el primero.
Una vez me preguntaron cómo le haría el amor a una figura geométrica, respondí un sin fin de imágenes y metáforas y culminé con: en Rn. ¿Haríamos el amor en la infinita dimensión? ¿Te atreverías a recorrer este cuerpo esquelético con tus manos delgadas y suaves? ¿Complacerías mi hambre con tu aliento, con el sabor de tu hambre, con la sed de tu sed? ¿Corresponderías la mirada que se lanza suicida a tus ojos, a tu cuerpo, a tu alma?
Vos no sos una figura plana. Sos más uno de esos fractales que no abundan por aquí.

Algo que siempre me hechizó fue tu voz. Esa voz dulce y no-cantarina. En el volumen exacto, con la entonación precisa y el matiz adecuado. Una nota no muy aguda –pero aguda– que escapaba de las aves come-jamón.

Descubriste la poesía. Descubriste Teoremas importantes y descubriste –quizá sin saber (hasta ahora)– la entrada a un lugar –llamado por muchos– : El Laberinto. Vos sos un laberinto que descubrió (y atrapó) mí Laberinto.
Tenés mi caja de Pandora, (re)presentás todo lo que mi carne –y espíritu– pudo desear y, sin embargo, sólo en la imagen que me creé de vos. Musa idealizada de mis deseos, de mis entrañas. Base de mis sueños, un anhelo de mis (des)esperanzas.

Atentamente:
El conde y agregado.

PS. Perdona tan burda confesión, pero creo que te debo sinceridad. En estos precisos momentos no estoy mal. No necesito compasión o respuesta alguna, estoy perfectamente feliz y bien, es sólo que yo necesitaba que vos lo supieses. Sos la primer mujer que me ha cautivado y a la que, hasta después de pasado el efecto sustancioso llamado “enamora-miento” le confieso los sentimientos que alguna vez albergó mi corazón.
_______________ 
*Jaime Sabines

23/9/12

Lo mono y lo sublime

Dibujo hecho por Suzette/Farizada En su dA
Mirá lo que se pone en el cuadro, es algo poco amorfo, tiene pinta rara, pero trae puesto un moño. No importa lo que sea, ¡trae un moño! Eso torna la cosa en hermosa y sin importar qué sea, se ve tan mona.
Le reconocés como algo femenino, por ese lindo adorno, pero seguís sin verle forma, te concentrás en el moño que no tiene color, lo imaginás rosa, rojo, azul, amarillo, hasta verde; es un moño multicolor que engrandece la ternura de aquel bichito que mirás en el recuadro. De pronto ves que tiene antenas, unas antenitas simpáticas, receptoras de quiénsabequé mensajes o visiones; unas pequeñas antenitas que salen de lo que debe ser la cabeza y que sostienen al pequeño moño multicolor.

Con cautela te alejás un poco del moño para ver la totalidad de la imagen, ves tres patas flexionadas un poco, el cuerpo quieto e incoloro y un ojo negro con un destello de luz rebotando en él, hasta el pequeño orificio nasal por el cuál respira. Parece tener vida, es como si posase para el dibujo, como si se hubiese quedado muy quietecita para que le colocaran ese brillo en el ojo y, sobre todo (lo más importante), ese bello moño.
De pronto pillás, ¡es una cucaracha lo que está dibujado en el recuadro! El moño la mimetiza con perfección en los linderos de lo más tierno jamás creado. Comprendés lo sublime del asunto, pillás que la patafísica sirve de algo y que la cucaracha de bello ojo y tierno moño es lo que ha cautivado a tu sensibilidad. La mirás en éxtasis evocando su ternura en distintos lenguajes, «kawai!, ¡cómo mola! ¡jo, que está muy mona! ¡Sí, sí, quiero una para mí, con ese moño rosa (azul, amarillo, etcétera)».

Le das un click en la imagen, le ponés en guardar y la cucaracha con su moño queda guardada en la memoria para la posteridad, mientras en la pantalla, después de la descarga aparece un mensaje con letras rosa «¿quien decia que las cucarachas no podian ser monas?».

Lujuria

Satán contemplaba siete veces su más preciada posesión. Con todo su cuerpo repasaba una a una las caras del heptaedro; pero, dejaba al final su favorita, aquella por la cual el Cordero de Dios estuvo a punto de perder el cielo: su petit mort durante el suplicio en la cruz.

9/9/12

Alebrijes

Entre tifones ardientes, que atraviesan insomnios furtivos de tiempos distantes, el fénix despliega sus inmensas alas entre los pliegues de un lienzo delicado. Aquellos ojos enormes, casi de águila, casi de halcón, le permiten contemplar unas estructuras óseas colocadas sutilmente por todo el salón-galería donde se le expone como una obra más.
Aquellos descarnados mantienen posiciones inverosímiles: las extremidades torcidas y abiertas en toda su extensión, algunos torsos doblados hacia el frente con el cuello completamente estirado hacia arriba, otras espaldas curvadas hacia atrás mientras el rostro se negaba a cambiar de dirección. Durante toda la noche, las figuras permanecieron así.

A la mañana siguiente, el artista irrumpió el silencio absoluto con el cloqueo de sus zapatos. Llevaba un maletín de piel. Lo depositó sobre el suelo para extraer algunos instrumentos conocidos por todas sus creaciones: pinceles, cinceles, madera, barro, pinturas, papeles, lápices. Cuando observó las nuevas adquisiciones, una sonrisa maliciosa deformó su cara.
Sin dejar de ver los esqueletos, caminó hacia la pintura carmesí del ave inmortal. Los nuevos tiritaron, los viejos desearon cerrar sus ojos y oídos. La boca del hombre profirió una oración precisa. El óleo se tornó tinta. Descendió por la pared hasta formar un charco rojo. La tinta perforó lentamente el suelo mientras que el pájaro de fuego observaba la carencia de vórtices incandescentes con las alas pegadas al parvo cuerpo.
Un hedor cálido surgía del líquido. Los humos soporíferos aarticulaban pesadillas tremebundas de horribles y dolorosas mutilaciones. Los ojos del fénix lloraban lágrimas que nutrían al cuerpo de agua hasta llenarlo completamente, asemejándolo a un estanque cuya profundidad se antojaba infinita.
Los descarnados castañeaban por los escalofríos que estremecían sus huesos. Su alma temía otro tormento insufrible: ya les bastaba con los nervios pegados a los despojos de su cuerpo asaeteado por el frío durante las noches.
Aquellos olores penetraron la nariz del artista, quien gustoso abrió la boca para proferir la última maldición sobre aquellos presuntos demonios encerrados en lo que alguna vez fue carne humana; les aseguró que la vida eterna estaba más próxima que nunca y que la gloria divina la obtendrían mediante un último sacrificio.
Tomó una pluma del ave deforme para ponerla sobre la superficie del estanque. Ésta flotó unos segundos, luego se consumió en una leve flama.
"Listo" susurró el hombre.
Algo crujió con pánico durante la ausencia de los múltiples gritos suplicantes por falta de labios, lengua, faringe, cuerdas vocales, diafragma, etcétera. El ave rememoró el recuerdo de su creación. Lo mismo le ocurrió a él: Aquel pintor-escultor lo había mirado a los ojos antes de tocar su antigua cabeza recién decapitada: "Tienes unos lindos ojos y una nariz perfecta. Serías una hermosa ave". Al día siguiente despertó en la galería.

Un esqueleto se hundía lentamente. Pasaron varios minutos antes que del agua color sangre emergiera la tosca quimera de cuerpos variados: caballos, elefantes y serpientes combinados. Su piel, una mezcla de texturas parecidas a escamas, moluscos y coraza de armadillo. Su cabeza, de lagarto; tres pares de patas, unas de felino, otras de reptil y las últimas con pezuñas; la cola de dragón. Despedía un aroma semejante al incienso. La mantícora extravagante rugió guturalmente, pero su voz petrificóse a la par con su cuerpo. La piedra otorgó vida eterna a la figura y a los colores que la teñían.
Repitió lo mismo para los seis restantes. Cada uno quedó diferente al anterior. Todos, únicos en su especie y maravillosamente abrumadores.

Una semana después, el museo-casa invitaba a una exposición jamás antes vista: animales fabulosos provenientes del más oscuro abismo. Los padres entusiasmados llevaron a sus hijos, otros más indiferentes simplemente les proporcionaron el dinero para la entrada. Las fauces abiertas de esas bestias, sus cuerpos compuestos por diferentes materias, las curiosas poses que adoptaron –cuerpos retorcidos como lagartijas– y los ojos, aunque brillantes, parecían estar ciegos. Aquellos entes asombraron al público en general, algunos incluso comenzaron a tener pesadillas al respecto. Hubo muchos casos en los hospitales psiquiátricos de pacientes que no cesaban de evocar, durante los terrores nocturnos, su infancia corrompida por aquellas figuras. El sueño más recurrente consistía en que, el sujeto en turno, veía cómo aquella combinación de bestiaros mitológicos y reales tomaba sus recuerdos de la niñez, los devoraba tan atrozmente que los objetos materiales sangraban y gemían. Todos terminaban el relato de su delirio con la siguiente frase: "Y cuando desperté, olía a azufre". Lo que callaban era que, el recuerdo de su infancia no sólo era mutilado en el sueño, después de algunas semanas apenas lograban acordarse de su último juguete o de la mascota con la que jugaban en casa.
La epidemia de amnesia empeoró exponencialmente.

Pronto comenzaron los temores del infernal castigo. Incluso los sacerdotes anunciaban con seguridad el juicio final y la verdadera vida junto a Dios. Incluso cada vez que una persona asistía nuevamente a la exposición decía: "cada vez se ven más fieros", "nos miran como si nos conocieran"; otros, bromistas, vociferaban "me parece recordar a aquel de tu sueño, la otra vez". El propietario del museo hacía nada al respecto, en cambio alentaba esas frases, a pesar del precario estado de salud que presentaba, porque cada noche le costaba más trabajo mantener quietas a sus bestias ansiosas.

Una tarde el artífice apareció sin vida, deshuesado, en frente de su casa. La policía indagó quién podría ser el culpable de tal atrocidad, pero no hallaron pista alguna. La casa estaba intacta, salvo una nueva tinta roja (que nadie percibió) en las garras de las terroríficas esculturas, diversos cuadros –en los que todos reconocieron algo de sus pesadillas, puesto que las escenas eran idénticas; aunque, tal vez el parecido lo causaba la superstición– y una nueva alimaña en la exposición.

7/9/12

Luna de día

             Para Luna


Lámpara encendida en pleno amanecer
activa por plateada conducción
que perpetua y fortalece
los claros irradiados desde la alcoba celestial.
Paredes transmutadas en ventanas,
a fuerza de luz delatora,
que generan gravedad hacia vouyericas acciones
//inevitables/irrechazables/inolvidables//

Residenta y anexado
miradas entrechocan:
maldito perigeo de cercanías peligrosas
para el/la que (no) se esconde.

Ese faro doméstico
que guía a todo                                                     el infinito,
                           pero a todo, a bien pinche todo
articula
su magnética
metalurgia
y araña luminosa
atrapa al mosquito de cuerda
que se coló
por las persianas de concreto.

¿Insectofagia fulgurosa?
No.
Esa boca no engulle mi coraza férrica

Tu ósculo galáctico de ecléctica ilusión
fluye líquidos eléctricos con explosiones contundentes
y chispazos luminosos casi efervescentes
hacen cortocircuitos en mi nervio más central.

Instalación hardcore
                                  de programas y soportes

Convertido en marioneta
de hilos platinados:
excelente prototipo de robot alucinante:
control manual (con titiritero al mando)
a control remoto (in)alámbrico,
piloto automático –incluído en el paquete–
vitalizado por híbrido motor.

Datos recibiendo a X bps
Bytes like bunnies
haciendo madrigueras/carpetas
repletas de tus fotos
y archivos de audio con tu voz
y un diccionario inagotable de la palabra nada.
                    Voilá!
El primer autómata de energía lunar.

3/9/12

Un letrado salvaje apareció [*]

Los detectives salvajes. Título irónico y doloroso por el adjetivo. Resulta una gran ironía porque aquellos que fungen como “detectives” (los que buscan, no saben qué, pero lo buscan con ahínco) tienen una cultura (si no letrada, sí) libresca; hijos que la primer modernidad siempre quiso: letrados, interesados en las artes y la cultura, con cierto afán crítico de las corrientes estéticas de su época. Sin embargo, el adjetivo “salvajes”, que puede tomarse de dos formas –“silvestre” o “bárbaro”– se antepone a la cualidad “erudita” de los personajes que parecen en la novela: son personas letradas en estado silvestre o que viven en la barbarie, en otras palabras, encarnan la distopía latinoamericana en la que devinieron todas las utopías que intentaron germinar en es(t)e suelo.
La historia, desde el principio, marca un referente claro: Ciudad Universitaria, la Facultad de Filosofía y Letras. La historia inicia allí: pues García Madero es invitado a formar parte de los real visceralistas debido a un taller de poesía. Sin embargo, esto no apunta a que por medio de la poiesis que la lengua evoca todo surja. La poesía es un pretexto, todo arte: un pretexto. Éste no puede guíar si quien lo crea no tiene rumbo y esos artistas tienen una meta, mas nunca se aproximan, caminan en otra dirección (no se puede decir contraria, pues eso sería muy específico, pero sí diferente)1. La poesía sólo les sirve para justificar sus reuniones y creer que hacen algo. Son niños perdidos que se creen en Neverland y siguen a un Peter Pan intermitente2.
Mencioné que el título dolía, pues uno –estudiante de letras/lector/escritor/poeta/artista/humanista (en el mejor de los casos)– puede identificarse fácilmente con alguno de los personajes o logra reconocer a colegas, amigos y maestros en rasgos, gestos, frases o ideas tanto de la novela misma como de algún personaje en particular. Verse en espejos rara vez causa esta reacción: uno se ríe al verse en espejos que deforman la figura, pero el reflejo en la novela de Bolaño, bien visto, no es para vanagloria ni para risa: “Yo” está reflejado allí y ese “yo” no parece muy distorcionado, parece una calca fidedigna.
Hace meses escuché en Comedy Central a un sujeto decir que le preocupaba su generación3: “Hablamos de la situación actual y decimos que es de locura; entonces, otro grita '¿Sabes qué es de locura? ¡Mi nuevo iPod!”. Así somos actualmente4: hablamos de política, en la biblioteca, en la cafetería, en la casa, para concluír: “la cosa está jodida. Bien, cambiemos de tema”. Y nos apasiona más una nueva revista que salió (y que edita equis compañero de equis semestre) o el nuevo libro de equis saga que sólo el círculo letrado (mi círculo) es capaz de entender.
Bolaño dijo que otro libro de García Márquez era un ejercicio ombliguista. Los salvajes5 son eso: ombliguistas. Por analogía/transitividad, nosotros lo somos6.
Los personajes de Bolaño son otro paso más hacia una decadencia, quizá el paso definitivo; al igual que la figura del vampiro devino en un ser risible, asexual, completamente urbanizado, cursi7. El humanista-artista se hizo un ser completamente desinteresado por el arte (sólo ansía la fama y la consagración en su círculo) y la humanidad (si no es su amigo, familiar, entrañable conocido, no importa). El humanista devino en humanoide que al criticar al sistema sólo lo reafirma mediante ignorancias de eso absurdo y pedestre: el mundo. Hombres de letras8, sin carne, ni huesos, ni cerebro: sólo letras. El rotundo éxito de meter la cultura de lo eficaz y el progreso a fuerza de lo que fuera para generar ciudadanos valiosos: bárbaros sin capacidad de interés por otros bárbaros ni capacidad de asombro por los sucesos que acontecen; nosotros.

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1 Los real visceralistas caminan “De espaldas, mirando hacia un punto, pero alejándonos de él, en línea recta hacia lo desconocido”.

2 Peter Pan, en realidad es sólo otro niño perdido; el mayor, el líder, sí; pero tan perdido como los otros a quienes pretende cuidar.

3 Parafraseo su parlamento.

4 Si bien, la globalización permite que nos veamos también en la sociedad estadounidence, así como la generación de muchos males; también, nuestra gran indiferencia dejó que esos desastres germinaran.

5 Incluso en el afán de llamarlo sólamente “Los detectives” advierto cierta negación del salvajismo, ¿economía lingüística? Sí, muchos libros se toman por las dos primeras palabras, pero en este caso prefiero tomarlo por el adjetivo final, que describe mejor el contenido del libro.

6 Simplemente, kilos de hojas escritas en ensayos académicos cuyo único lector es el profesor que imparte la materia. En realidad no nos importa qué pase después con esos textos si obtuvimos una calificación aprobatoria decente. Horas de estudios, estrés y lecturas resignados a la papelera de reciclaje, el tachado en esa parte para ocupar la otra página en blanco o, en el mejor de los casos, a una ponencia en la que los asistentes cerrarán los ojos mientras se les lee un ensayo para dormir; ellos tienen su asistencia; nosotros el diploma de ponente. Ejercicios retóricos y de análisis destinados al olvido apenas salen de la impresora o han sido enviados al Inbox del destinatario.

7 Para ver esta decadencia sólo se necesita comparar tres figuras emblemáticas del vampiro para la cultura pop: Drácula de Bram Stoker, The Vampire Chronicles (la saga entera) de Anne Rice y la (popular, pero ridiculizado desde su aparición en el cine) saga de Twilight.

8 Tomo la imagen de un cuento de Michael Ende donde un hombre formado por letras se enamora de una mujer de carne. Asimismo, nosotros perdemos a esa mujer y a toda persona más terrena.

Imante tomada de http://www.sfmission.com/gallery_files/site_pics/San_Francisco/Mission_District/Culture/Mission-Hipster-Bingo-1.jpg

26/8/12

Saber pelear

This day we fight!
Megadeth

Hace poco me encontré cara a cara con un sujeto que tenía ganas tremebundas de partirme la cara. Debo admitirlo, cuando me llegó la noticia de las ganas asesinas que me traían, me dio risa. Se me levantaron unas ganas de violencia absolutas, de ir a buscarlo para no posponer el asunto; convenir la arena del combate o iniciarlo allí mismo. Reí discretamente para no herir a la mensajera.

Yo sí sé pelear.

No tengo certeza de a quién temerle más: a un peleador callejero o a uno con entrenamiento académico.
El primero se desarrolla a base de instintos puros, aprende a evitar los golpes porque en realidad lo aproximan a la muerte; su cuerpo aprende a reaccionar con el tiempo ante los indicios del golpe/la patada/el cabezazo/la rodilla dirigida al cuerpo/el codo con intención de fracturar la nariz y a esquivarlos en el último segundo; su cuerpo aprende a resistir los embates del enemigo: se curte su propia coraza; a veces, un sujeto que no ha peleado en su vida demuestra que el puro instinto de supervivencia y el pánico conforman la dupla perfecta para derrotar a la mole de nudillos que le quiere resquebrajar la quijada: a veces un sujeto que no ha peleado en su vida confirma su papel de carne de cañón. En cambio, el segundo tiene cierta especialización: sabe dónde pegar porque en algún punto llevó algo de anatomía básica (al menos en artes marciales es así); tiene más seguridad –una suerte de exceso de confianza– porque no está en riesgo su vida (rara vez lo ha estado), porque tiene plena consciencia de que sabe pelear, porque combate por puntos (la mayoría de las veces, aunque en ocasiones uno pelea por otra cosa y el marcador pierde interés); ha recibido acondicionamiento físico para aguantar largos rounds y mentalmente resulta más equilibrado debido al estrés mismo de los entrenamientos y los combates donde debe rebasar su instinto asesino para no aniquilar al contrincante a puñetazos en algún punto de la pelea; sin embargo carece de esa sensación de final inminente, donde el golpe recibido no implica una pausa sino un paso más cerca al otro mundo.
Hay una tercera clase de combatiente: aquel que inició peleando con el instinto y después decidió entrar a un lugar para recibir adiestramiento técnico. Por lo general se tornan por completo peleadores académicos; raro es aquel que conserva los instintos primarios de sus comienzos.

Pero yo sé pelear.

Prepotentemente dije que yo ganaría el potencial encuentro. Ella asintió, “Él no sabe pelear” dijo. Lo conocí nuevamente, me pareció más alto, más fornido. Su saludo fue firme, un poco más de lo usual. A ambos el nerviosismo nos ganaba, supongo (debido a que, la despedida fue menos efusiva, su agarre fue menos fuerte, quizá más tranquilo por el hecho de...).
Lo analicé fisiológicamente, tal como aprendí con el paso de mis peleas personales: alto (aproximadamente mi estatura, tal vez poco más/poco menos), delgado pero fornido: se notaba trabajo de ejercicio en brazos, abdomen, hombros, pecho y espalda; por el pantalón no se notaban casi las piernas; sin embargo hay una sentencia que rara vez falla: este tipo de sujetos sólo usa las piernas para sostenerse. En conclusión: capaz de soltar puñetazos fuertes, inclusive algo rápidos (evadir o bloquear para abrir guardia). Largo alcance de brazo, pero poco juego de piernas, patadas lentas, débiles o simplemente inexistentes (bloquearlas o sujetarlas para derribarlo). Seguramente sería lento para desplazarse. La musculatura si bien ayuda a golpear, rara vez ayuda a evitar golpes: cuellos y espaldas fuertes permiten resistir, pero si son muy rígidos hacen de la cabeza una pera de boxeo. Estrategia: atacar con barridas, su propio peso causaría caídas dolorosas; ataques al hígado y los costados con patadas; en corta distancia usar rodillas al estómago (y a la cara si se da la oportunidad), codazos a los brazos y al rostro; golpes al cuello también son útiles. Si las piernas no pueden sostener al cuerpo, éste se desplomará solo (y el asesino diría golpear en el suelo, puñetazos a la cara, pero no, así es demasiado riesgoso: la ira por la vergüenza a veces genera “el segundo aire”): ahorcarlo, una llave al brazo, colocar todo mi peso sobre su cuello hasta que se rinda o pierda el conocimiento (cuidado de no matarlo, aunque es poco probable).

Aunque sé pelear

Nunca fui peleador callejero. Sólo un par de veces tuve episodios fuera de un ring oficial. Pocas veces he recibido un golpe en la cara, algunas veces lesioné a mis contrincantes y no soy contendiente invicto (personalmente, creo que mi récord no anda mal). En definitiva, si estuviera en mis mejores condiciones sería un combate excesivamente sencillo. Así, enfermo, con varias decenas de cajetillas en mis pulmones, con un par de años fuera de la arena y lejos de los entrenamientos, quizá esto se vuelva más interesante.


19/7/12

Te necesito en el olvido de mi propia figura...

Te necesito en el olvido de mi propia figura
y en la metamorfósis de mi esqueleto
en materia oscura que yace envuelta por sangre de estrellas
Te necesito al despuntar el alba para que el sol no me arranque los ojos
Te necesito en la piel que me desgarran esqueletos oxidados
Te necesito en cada evangelio
                                                    y en el apocalipsis
para que cubrás mis oídos al sonar las trompetas
y que tu manto me proteja de los jinetes
Te necesito pronunciando mi nombre
para calmar las serpientes que tengo
                                                                 en lugar de brazos
Te necesito para reírme de los que lo saben todo
te necesito para saberlo todo.
Te necesito para secar mis lágrimas
antes de que las ratas suban a beber                                                         
                                                                en mis mejillas
y me rompan la nariz y los labios
Te necesito antes de arder en el infierno
y cuando las llamas penetren cada poro
                                                                      cada hueso
Y aunque a veces parezca que requiero soledad
no me hagás caso: son mis demonios que me jalan
al prostíbulo de siempre
A encajonarme sus disfraces para que me vean joder
para que me jodan a su gusto
No me dejés caer en esa tentación
No me dejés caer en otro abismo que no sea en alguno de los tuyos
No me abandones a la suerte de Baco ni de Apolo ni de Vulcano
no me destierres al norte ni al ártico
Transmútame en lechuza, en halcón, en cuervo, en gato
convertime en lobo, en ratón, en conejo, en lince
Salvame de ese imbécil que me destaza los brazos
Salvame de ese otro idiota que se divierte
haciéndome trizas las piernas
Sálvame de mis vísceras
                                             de mi sangre
                                                                      de mis jugos gástricos
Sálvame del ácido que excretan mis poros
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Leer con la rola Black Sun de Therion (disco Vovin).

Críticas, bienvenidas!!