2/12/12

Imposición y Resistencia (1a Pte.).

México, 2 de diciembre, 2012.

Prefacio

Casi nunca toco el tema de la política de forma directa: el discurso siempre sabe incendiario, anarquista, repetitivo y burdo; sin embargo, esta vez haré un intento pues, un mentor ya me dijo que cada uno debe movilizarse desde su propia plataforma y por fortuna/desgracia, este blog me sirve.
No sé quiénes lean periódicamente cada texto que escribo pero, si esto llega a alguien y le deja algo ya será ganancia.

I


Ayer, Enrique Peña Nieto (candidato que postuló el PRI) hizo toma de protesta para cumplir el protocolo que lo coloca como presidente de México. Ayer, desde antes de que el priísta realizara el ritual, ya había gente protestando contra la imposición de un presidente. 
En los actos de violencia incurrieron ambas partes, la policía y los manifestantes, hay que admitirlo; sin embargo, ¿quién lanzó la primera piedra?
En realidad, el PRI siempre ha jugado con gente infiltrada: los famosos porros, los perros de ataque que dan el pretexto para las golpizas brutales contra la mayoría de los inconformes que levantan su voz a falta de un fusil. Esos porros son gente fiel al régimen priísta y desde la matanza en Tlatelolco, el 2 de Octubre de 1968 (cuando Díaz Ordaz, presidente también del PRI), lo sabemos. También lo confirmó el Halconazo/la matanza de Corpus (10 de Junio de 1971). Otro violentísimo y cruentísimo acto represivo, nuevamente bajo el régimen de Luis Echeverría Álvarez, también priísta.
 El primer golpe lo dio quien haya puesto ese doble cerco en San Lázaro. Varios días antes (casi una semana antes) de que Peña Nieto se dispusiera a pisar el Congreso de la Unión. Vallas metálicas surgieron como hongos al rededor del edificio para negar el acceso a la cámara de diputados. El radio abarcado por dicho cerco era demasiado amplio. ¿Por qué calificar esa frontera metálica como agresión? Sencillo: alejar sistemáticamente al pueblo de un suceso completamente nacional, que incumbe tanto a la cúpula económica como a la base de la pirámide social, ya incurre en un acto de violencia: el gobierno aleja a todos los interesados en su Nación de modo que no puedan intervenir: simbólicamente anulan la democracia; sin mencionar la imposición (ya harto demostrada y conocida). Hay un mensaje claro por parte de los que ostentan el poder político: No hay democracia en México.

La respuesta del pueblo mexicano: destrozar la muralla de caricatura, golpear las paredes que le imponen. El cerco delimitaba un centro y una periferia: el pueblo del cual vive el gobierno era el centro único e inamovible: el pueblo que le da de comer y le permite existir, la periferia prescindible. Error.
Violencia comprensible: después de tanto ser abusado, la víctima acomete contra su victimario. Mencioné en la nota, que el PRI tiene fama de alborotador contra sí mismo, de modo que pueda ejercer en nombre del orden una violencia desmedida contra sujetos desarmados, civiles sin entrenamiento militar, cuyo único deseo consiste en sufrir un poquito menos las inclemencias del planeta, lo único que piden, los derechos humanos más elementales: vida libre, vida justa, vida digna.
El gobierno atacó con la policía, su brazo armado, uniformada, con escudos, con balas de goma, con gas lacrimógeno lanzado directamente a los civiles, con botas sobre jóvenes y ancianos, golpizas desenfrenadas: el fantasma del Halconazo y del '68 se presentan.
¿Los medios? ¿Los medios televisivos que impulsaron la campaña de EPN aún antes del tiempo asignado (¿o creen que la boda con la Gaviota fue por amor?)? Esos medios calificaron de anarquistas, agitadores, vándalos. Un profesor mencionó que, durante el '68 mexicano, los policías detenían a estudiantes por el simple hecho de portar un libro bajo el brazo. “Este es un tipo peligroso” le dijeron los del retén de aquellos días al ver un libro sobre comunismo entre sus pertenencias. Ahora corre un video sobre una situación similar: un anciano regalando libros a los policías que luego lo golpearían por ser un vándalo y agitador y violentador del orden: intentó que un policía leyera.
Puñetazos y patadas a todo aquel que cayera entre las fauces de esos perros malbaratados. Tanto que por un segundo se pensó que Valdivia había muerto (afortunadamente, según dicen los medios tanto televisivos como de internet, no) y se supo de lo que sufrió Uriel: pérdida del ojo derecho. Lo que debe decirnos algo: ambas situaciones no resultan improbables bajo los regímenes del PRI: la represión es su pastor, creen que nada les falta.

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