23/9/12

Lo mono y lo sublime

Dibujo hecho por Suzette/Farizada En su dA
Mirá lo que se pone en el cuadro, es algo poco amorfo, tiene pinta rara, pero trae puesto un moño. No importa lo que sea, ¡trae un moño! Eso torna la cosa en hermosa y sin importar qué sea, se ve tan mona.
Le reconocés como algo femenino, por ese lindo adorno, pero seguís sin verle forma, te concentrás en el moño que no tiene color, lo imaginás rosa, rojo, azul, amarillo, hasta verde; es un moño multicolor que engrandece la ternura de aquel bichito que mirás en el recuadro. De pronto ves que tiene antenas, unas antenitas simpáticas, receptoras de quiénsabequé mensajes o visiones; unas pequeñas antenitas que salen de lo que debe ser la cabeza y que sostienen al pequeño moño multicolor.

Con cautela te alejás un poco del moño para ver la totalidad de la imagen, ves tres patas flexionadas un poco, el cuerpo quieto e incoloro y un ojo negro con un destello de luz rebotando en él, hasta el pequeño orificio nasal por el cuál respira. Parece tener vida, es como si posase para el dibujo, como si se hubiese quedado muy quietecita para que le colocaran ese brillo en el ojo y, sobre todo (lo más importante), ese bello moño.
De pronto pillás, ¡es una cucaracha lo que está dibujado en el recuadro! El moño la mimetiza con perfección en los linderos de lo más tierno jamás creado. Comprendés lo sublime del asunto, pillás que la patafísica sirve de algo y que la cucaracha de bello ojo y tierno moño es lo que ha cautivado a tu sensibilidad. La mirás en éxtasis evocando su ternura en distintos lenguajes, «kawai!, ¡cómo mola! ¡jo, que está muy mona! ¡Sí, sí, quiero una para mí, con ese moño rosa (azul, amarillo, etcétera)».

Le das un click en la imagen, le ponés en guardar y la cucaracha con su moño queda guardada en la memoria para la posteridad, mientras en la pantalla, después de la descarga aparece un mensaje con letras rosa «¿quien decia que las cucarachas no podian ser monas?».

Lujuria

Satán contemplaba siete veces su más preciada posesión. Con todo su cuerpo repasaba una a una las caras del heptaedro; pero, dejaba al final su favorita, aquella por la cual el Cordero de Dios estuvo a punto de perder el cielo: su petit mort durante el suplicio en la cruz.

9/9/12

Alebrijes

Entre tifones ardientes, que atraviesan insomnios furtivos de tiempos distantes, el fénix despliega sus inmensas alas entre los pliegues de un lienzo delicado. Aquellos ojos enormes, casi de águila, casi de halcón, le permiten contemplar unas estructuras óseas colocadas sutilmente por todo el salón-galería donde se le expone como una obra más.
Aquellos descarnados mantienen posiciones inverosímiles: las extremidades torcidas y abiertas en toda su extensión, algunos torsos doblados hacia el frente con el cuello completamente estirado hacia arriba, otras espaldas curvadas hacia atrás mientras el rostro se negaba a cambiar de dirección. Durante toda la noche, las figuras permanecieron así.

A la mañana siguiente, el artista irrumpió el silencio absoluto con el cloqueo de sus zapatos. Llevaba un maletín de piel. Lo depositó sobre el suelo para extraer algunos instrumentos conocidos por todas sus creaciones: pinceles, cinceles, madera, barro, pinturas, papeles, lápices. Cuando observó las nuevas adquisiciones, una sonrisa maliciosa deformó su cara.
Sin dejar de ver los esqueletos, caminó hacia la pintura carmesí del ave inmortal. Los nuevos tiritaron, los viejos desearon cerrar sus ojos y oídos. La boca del hombre profirió una oración precisa. El óleo se tornó tinta. Descendió por la pared hasta formar un charco rojo. La tinta perforó lentamente el suelo mientras que el pájaro de fuego observaba la carencia de vórtices incandescentes con las alas pegadas al parvo cuerpo.
Un hedor cálido surgía del líquido. Los humos soporíferos aarticulaban pesadillas tremebundas de horribles y dolorosas mutilaciones. Los ojos del fénix lloraban lágrimas que nutrían al cuerpo de agua hasta llenarlo completamente, asemejándolo a un estanque cuya profundidad se antojaba infinita.
Los descarnados castañeaban por los escalofríos que estremecían sus huesos. Su alma temía otro tormento insufrible: ya les bastaba con los nervios pegados a los despojos de su cuerpo asaeteado por el frío durante las noches.
Aquellos olores penetraron la nariz del artista, quien gustoso abrió la boca para proferir la última maldición sobre aquellos presuntos demonios encerrados en lo que alguna vez fue carne humana; les aseguró que la vida eterna estaba más próxima que nunca y que la gloria divina la obtendrían mediante un último sacrificio.
Tomó una pluma del ave deforme para ponerla sobre la superficie del estanque. Ésta flotó unos segundos, luego se consumió en una leve flama.
"Listo" susurró el hombre.
Algo crujió con pánico durante la ausencia de los múltiples gritos suplicantes por falta de labios, lengua, faringe, cuerdas vocales, diafragma, etcétera. El ave rememoró el recuerdo de su creación. Lo mismo le ocurrió a él: Aquel pintor-escultor lo había mirado a los ojos antes de tocar su antigua cabeza recién decapitada: "Tienes unos lindos ojos y una nariz perfecta. Serías una hermosa ave". Al día siguiente despertó en la galería.

Un esqueleto se hundía lentamente. Pasaron varios minutos antes que del agua color sangre emergiera la tosca quimera de cuerpos variados: caballos, elefantes y serpientes combinados. Su piel, una mezcla de texturas parecidas a escamas, moluscos y coraza de armadillo. Su cabeza, de lagarto; tres pares de patas, unas de felino, otras de reptil y las últimas con pezuñas; la cola de dragón. Despedía un aroma semejante al incienso. La mantícora extravagante rugió guturalmente, pero su voz petrificóse a la par con su cuerpo. La piedra otorgó vida eterna a la figura y a los colores que la teñían.
Repitió lo mismo para los seis restantes. Cada uno quedó diferente al anterior. Todos, únicos en su especie y maravillosamente abrumadores.

Una semana después, el museo-casa invitaba a una exposición jamás antes vista: animales fabulosos provenientes del más oscuro abismo. Los padres entusiasmados llevaron a sus hijos, otros más indiferentes simplemente les proporcionaron el dinero para la entrada. Las fauces abiertas de esas bestias, sus cuerpos compuestos por diferentes materias, las curiosas poses que adoptaron –cuerpos retorcidos como lagartijas– y los ojos, aunque brillantes, parecían estar ciegos. Aquellos entes asombraron al público en general, algunos incluso comenzaron a tener pesadillas al respecto. Hubo muchos casos en los hospitales psiquiátricos de pacientes que no cesaban de evocar, durante los terrores nocturnos, su infancia corrompida por aquellas figuras. El sueño más recurrente consistía en que, el sujeto en turno, veía cómo aquella combinación de bestiaros mitológicos y reales tomaba sus recuerdos de la niñez, los devoraba tan atrozmente que los objetos materiales sangraban y gemían. Todos terminaban el relato de su delirio con la siguiente frase: "Y cuando desperté, olía a azufre". Lo que callaban era que, el recuerdo de su infancia no sólo era mutilado en el sueño, después de algunas semanas apenas lograban acordarse de su último juguete o de la mascota con la que jugaban en casa.
La epidemia de amnesia empeoró exponencialmente.

Pronto comenzaron los temores del infernal castigo. Incluso los sacerdotes anunciaban con seguridad el juicio final y la verdadera vida junto a Dios. Incluso cada vez que una persona asistía nuevamente a la exposición decía: "cada vez se ven más fieros", "nos miran como si nos conocieran"; otros, bromistas, vociferaban "me parece recordar a aquel de tu sueño, la otra vez". El propietario del museo hacía nada al respecto, en cambio alentaba esas frases, a pesar del precario estado de salud que presentaba, porque cada noche le costaba más trabajo mantener quietas a sus bestias ansiosas.

Una tarde el artífice apareció sin vida, deshuesado, en frente de su casa. La policía indagó quién podría ser el culpable de tal atrocidad, pero no hallaron pista alguna. La casa estaba intacta, salvo una nueva tinta roja (que nadie percibió) en las garras de las terroríficas esculturas, diversos cuadros –en los que todos reconocieron algo de sus pesadillas, puesto que las escenas eran idénticas; aunque, tal vez el parecido lo causaba la superstición– y una nueva alimaña en la exposición.

7/9/12

Luna de día

             Para Luna


Lámpara encendida en pleno amanecer
activa por plateada conducción
que perpetua y fortalece
los claros irradiados desde la alcoba celestial.
Paredes transmutadas en ventanas,
a fuerza de luz delatora,
que generan gravedad hacia vouyericas acciones
//inevitables/irrechazables/inolvidables//

Residenta y anexado
miradas entrechocan:
maldito perigeo de cercanías peligrosas
para el/la que (no) se esconde.

Ese faro doméstico
que guía a todo                                                     el infinito,
                           pero a todo, a bien pinche todo
articula
su magnética
metalurgia
y araña luminosa
atrapa al mosquito de cuerda
que se coló
por las persianas de concreto.

¿Insectofagia fulgurosa?
No.
Esa boca no engulle mi coraza férrica

Tu ósculo galáctico de ecléctica ilusión
fluye líquidos eléctricos con explosiones contundentes
y chispazos luminosos casi efervescentes
hacen cortocircuitos en mi nervio más central.

Instalación hardcore
                                  de programas y soportes

Convertido en marioneta
de hilos platinados:
excelente prototipo de robot alucinante:
control manual (con titiritero al mando)
a control remoto (in)alámbrico,
piloto automático –incluído en el paquete–
vitalizado por híbrido motor.

Datos recibiendo a X bps
Bytes like bunnies
haciendo madrigueras/carpetas
repletas de tus fotos
y archivos de audio con tu voz
y un diccionario inagotable de la palabra nada.
                    Voilá!
El primer autómata de energía lunar.

3/9/12

Un letrado salvaje apareció [*]

Los detectives salvajes. Título irónico y doloroso por el adjetivo. Resulta una gran ironía porque aquellos que fungen como “detectives” (los que buscan, no saben qué, pero lo buscan con ahínco) tienen una cultura (si no letrada, sí) libresca; hijos que la primer modernidad siempre quiso: letrados, interesados en las artes y la cultura, con cierto afán crítico de las corrientes estéticas de su época. Sin embargo, el adjetivo “salvajes”, que puede tomarse de dos formas –“silvestre” o “bárbaro”– se antepone a la cualidad “erudita” de los personajes que parecen en la novela: son personas letradas en estado silvestre o que viven en la barbarie, en otras palabras, encarnan la distopía latinoamericana en la que devinieron todas las utopías que intentaron germinar en es(t)e suelo.
La historia, desde el principio, marca un referente claro: Ciudad Universitaria, la Facultad de Filosofía y Letras. La historia inicia allí: pues García Madero es invitado a formar parte de los real visceralistas debido a un taller de poesía. Sin embargo, esto no apunta a que por medio de la poiesis que la lengua evoca todo surja. La poesía es un pretexto, todo arte: un pretexto. Éste no puede guíar si quien lo crea no tiene rumbo y esos artistas tienen una meta, mas nunca se aproximan, caminan en otra dirección (no se puede decir contraria, pues eso sería muy específico, pero sí diferente)1. La poesía sólo les sirve para justificar sus reuniones y creer que hacen algo. Son niños perdidos que se creen en Neverland y siguen a un Peter Pan intermitente2.
Mencioné que el título dolía, pues uno –estudiante de letras/lector/escritor/poeta/artista/humanista (en el mejor de los casos)– puede identificarse fácilmente con alguno de los personajes o logra reconocer a colegas, amigos y maestros en rasgos, gestos, frases o ideas tanto de la novela misma como de algún personaje en particular. Verse en espejos rara vez causa esta reacción: uno se ríe al verse en espejos que deforman la figura, pero el reflejo en la novela de Bolaño, bien visto, no es para vanagloria ni para risa: “Yo” está reflejado allí y ese “yo” no parece muy distorcionado, parece una calca fidedigna.
Hace meses escuché en Comedy Central a un sujeto decir que le preocupaba su generación3: “Hablamos de la situación actual y decimos que es de locura; entonces, otro grita '¿Sabes qué es de locura? ¡Mi nuevo iPod!”. Así somos actualmente4: hablamos de política, en la biblioteca, en la cafetería, en la casa, para concluír: “la cosa está jodida. Bien, cambiemos de tema”. Y nos apasiona más una nueva revista que salió (y que edita equis compañero de equis semestre) o el nuevo libro de equis saga que sólo el círculo letrado (mi círculo) es capaz de entender.
Bolaño dijo que otro libro de García Márquez era un ejercicio ombliguista. Los salvajes5 son eso: ombliguistas. Por analogía/transitividad, nosotros lo somos6.
Los personajes de Bolaño son otro paso más hacia una decadencia, quizá el paso definitivo; al igual que la figura del vampiro devino en un ser risible, asexual, completamente urbanizado, cursi7. El humanista-artista se hizo un ser completamente desinteresado por el arte (sólo ansía la fama y la consagración en su círculo) y la humanidad (si no es su amigo, familiar, entrañable conocido, no importa). El humanista devino en humanoide que al criticar al sistema sólo lo reafirma mediante ignorancias de eso absurdo y pedestre: el mundo. Hombres de letras8, sin carne, ni huesos, ni cerebro: sólo letras. El rotundo éxito de meter la cultura de lo eficaz y el progreso a fuerza de lo que fuera para generar ciudadanos valiosos: bárbaros sin capacidad de interés por otros bárbaros ni capacidad de asombro por los sucesos que acontecen; nosotros.

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1 Los real visceralistas caminan “De espaldas, mirando hacia un punto, pero alejándonos de él, en línea recta hacia lo desconocido”.

2 Peter Pan, en realidad es sólo otro niño perdido; el mayor, el líder, sí; pero tan perdido como los otros a quienes pretende cuidar.

3 Parafraseo su parlamento.

4 Si bien, la globalización permite que nos veamos también en la sociedad estadounidence, así como la generación de muchos males; también, nuestra gran indiferencia dejó que esos desastres germinaran.

5 Incluso en el afán de llamarlo sólamente “Los detectives” advierto cierta negación del salvajismo, ¿economía lingüística? Sí, muchos libros se toman por las dos primeras palabras, pero en este caso prefiero tomarlo por el adjetivo final, que describe mejor el contenido del libro.

6 Simplemente, kilos de hojas escritas en ensayos académicos cuyo único lector es el profesor que imparte la materia. En realidad no nos importa qué pase después con esos textos si obtuvimos una calificación aprobatoria decente. Horas de estudios, estrés y lecturas resignados a la papelera de reciclaje, el tachado en esa parte para ocupar la otra página en blanco o, en el mejor de los casos, a una ponencia en la que los asistentes cerrarán los ojos mientras se les lee un ensayo para dormir; ellos tienen su asistencia; nosotros el diploma de ponente. Ejercicios retóricos y de análisis destinados al olvido apenas salen de la impresora o han sido enviados al Inbox del destinatario.

7 Para ver esta decadencia sólo se necesita comparar tres figuras emblemáticas del vampiro para la cultura pop: Drácula de Bram Stoker, The Vampire Chronicles (la saga entera) de Anne Rice y la (popular, pero ridiculizado desde su aparición en el cine) saga de Twilight.

8 Tomo la imagen de un cuento de Michael Ende donde un hombre formado por letras se enamora de una mujer de carne. Asimismo, nosotros perdemos a esa mujer y a toda persona más terrena.

Imante tomada de http://www.sfmission.com/gallery_files/site_pics/San_Francisco/Mission_District/Culture/Mission-Hipster-Bingo-1.jpg