La figura del adolescente (quien tiene expectativas respecto a su futuro y quiere plantarse en el mundo con pisada fuerte, firme y duradera) bien puede ser una imagen de la latinoamérica que busca todavía decir qué es, como si el “continente”[4] aún estuviese en esas cuitas, especialmente tras renegar de la tradición que fue impuesta –sin preguntar siquiera– a la siguiente generación si estaba dispuesta a aceptarla como algo vigente, que aún dijese algo de ella. Ese cliché tradicional, que harta, lo muestra Mario Martínez quien ya está cansado de la literatura a la cual se afilió; le nace el deseo de escribir una novela del crimen (casi) perfecto, donde el detective dejara impávido al mismo Holmes; quiere alzar su voz y dejar huella en ese camino que ha disfrutado, pero dejarla a su manera (tan superlativa que supere todo lo escrito hasta el momento). Mas no es literatura de América Latina, sino de habla inglesa. Nuevamente (como en La maravillosa vida breve...) el epígrafe revela algo: la familia como un sistema inútil de vínculos. Óscar Wao pierde su identidad sin proponérselo, Mario Martínez la rechaza a priori; no tiene la duda ni el afán de aferrarse, sino la desecha y quiere armarse otra (por eso la vinculación con otra lengua y otra tradición), pero quiere ubicarse: necesita un presente desde el cual pueda ver y hacer. No sólo él, sino sus compañeros de colegio; todos hacen otras cosas mientras el himno nacional es entonado y la bandera recibe honores: la patria la conciben irrelevante, “el país que herdarán y que espera molto” de ellos no les interesa porque ellos no lo escogieron y, de cualquier forma, está en una crisis que ellos no provocaron pero que deben resolver en un futuro[5].
Además, el símbolo del adolescente consiste en el rebelde (con o sin causa) por antonomasia. Por eso todos los estudiantes de ese colegio pueden unirse en las burlas hacia el director, pueden ponerse aretes en los oídos y aún así ser aceptados en la comunidad estudiantil (más el bono extra de ser el mejor de la clase); por ello pueden llegar a los extremos (aunque sea en pensamiento) para marcar la originalidad de su inestabilidad, de su propia crisis. La contraparte (también señalada en el texto): esas muestras radicales incrementan su intensidad hasta llegar a límites insospechados (que parecen completamente absurdos), mas (quizá) necesarios[6]. Porque todo certifica nada; ser único o de la masa no asegura más certeza que la ser/estar en el momento que corre[7] y muere. Con o sin eterno retorno –especialmente sin– , “la experiencia no los salvaría de nada” y el aprendizaje sólo ocurre cuando no hay más oportunidades; se ve el tren que viene encima demasiado tarde y generalmente se cree que es la luz al final del túnel[8].
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[1]"Final de infancia" (La traducción es mía). Título de canción del grupo Iron Maiden en su disco Fear Of The Dark.
[2]“Entrevista a Paz Soldán” en http://utopiaydesencanto.blogspot.com/2012/02/entrevista-paz-soldan.html Consultado el 23 de Febrero de 2012.
[3]Freud bien muestra que en el uso del lenguaje hay deslices que rebelan otras cosas, las cuales incluso pueden contradecir lo que se desea expresar ––generalmente por omitir información (in)conscientemente
[4]Uso las comillas porque en realidad las fronteras físicas no son suficientes ahora para decir qué o quién es latinoamericano y qué o quién no, parafraseando una canción de Mägo de Oz: ¿puede una frontera determinar el país de una flor?
[5]Y detrás de todos esos insultos que tildan de homosexual complaciente y pasivo en las relaciones sexuales al director del colegio, considero que va el reclamo (que el adolescente no sabe expresar en el momento): “¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? No fue mi culpa, yo acabo de llegar”; y como casi toda reacción puberta/pueril, aunque tiene razón, también peca de egoísta: en efecto no fueron la causa, pero por su propia subsistencia deben intentar “arreglar” los destrozos; aunque no sea con las mismas ideologías de sus predecesores, pero hacer algo al respecto y no revolcarse en la inmundicia (que parece imparable).
[6]Especialmente en una época donde nada se escapa a la taxonomía, incluso lo marginal entra en la norma: los modos “alternativos” de vida (legales e ilegales), las (para)filias, fobias, manías, vicios, virtudes, etcétera son categorizables: para poder delimitarse como único se requiere algo radicalísimo. “... las cosas raras con las que nuestra generación procuraba ser diferente a las anteriores y a las posteriores. Pobre mi hijo, lo que le tocaría hacerse en el cuerpo para afirmar que su inestabilidad era única”.
[8]Una de las leyes de Murphy explicada en “No Leaf Clover” de Metallica “Then it comes to be that the that the shooting light at the end of your tunnel was just a freight train coming your way” (“Resulta que la luz disparada al final del túnel era un tren de carga yendo hacia ti”. La traducción es mía).
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