23/12/13

Trenes



               Para Sophia


Una llamada desde la estación del tren. Ella me llama y la imagino en un andén grande y férrico; paredes color ópalo y una corriente de aire atravesando las vías.
“Quería compartirlo contigo”.
“¿No has pensado que las estaciones de trenes son como portales?”.
“Sí, lo he pensado algunas veces”.

Un tren es un puente arcoíris que sale de Asgard.
Un tren es un gusano revivido con shocks eléctricos y suficiente presupuesto.
Un tren es todo eso y otra cosa.
Un tren es un tren es un tren.

“Deberíamos viajar en tren y pronto”.
“Deberíamos”.

Los trenes también pueden ser hoteles de paso (en todos los sentidos). Tres parejas por vagón, todas copulando al ritmo de las vías. Dos mirones por pareja y un depresivo que escucha los sonidos aleatorios de las vías y los gemidos. La mitad de los mirones lleva un rosario colgando del sexo; la otra mitad disfruta el espectáculo en vivo. Una de cada tres parejas se entera de que los espían.
No importa.

La mitad de los enterados hacen entrar en el juego al que mira y se lucen y se exhiben. La otra mitad no se detiene pero intenta cubrir púdicamente los resquicios por donde se cuelan visiones de la piel, sudores, olores y gemidos (sobre todo gemidos).
Por desgracia, ninguna vía es cíclica. Siempre hay un punto de partida y de llegada. Sería tan lindo que todos los pasajeros llegasen (aún los que tienen el rosario colgando de su sexo), pero quizá (si bien va) sólo la mitad llegue; tal vez menos.

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