Te
esperaré des(p)ierto, lo sé.
Horas y
horas.
Obedezco
a mi sino
de
soportar con los brazos vencidos
la
ceniza del volcán.
Aguardaré
tu aparición
para
tener la certeza de la rabia
del
ciego incorregible
Soy la
persistencia innecesaria,
el
veterano que debió retirarse meses atrás
por pie
propio
(conferencia
de prensa, una fiesta discreta)
sin un
último partido de exhibición.
Te
esperaré des(p)ierto, lo sé.
Horas y
horas.
Acribillado
por dudas como metralletas.
Atado
al paredón.
De pie.
Inútilmente
de pie.
Mantendré
los ojos y las llagas
bien
abiertos
para
cuando llegues
(si es
que llegas)
callada
inamovible.
Te
esperaré des(p)ierto
entre
las dunas madreperla
de tu
piel embadurnada por la luna.
Horas y
horas
de
quietud
estremecidas
por tu aliento tibio
contra
mi boca.
Y
estaré ahí
esperando
des(p)ierto,
lo sé,
horas y
horas.
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