Para Sophia
Es sabido que
los peces absorben oxígeno del agua, pero requieren de cierta profundidad para
ello y que, sin las condiciones adecuadas el pez muere inevitablemente. Sin
embargo, algunos zoólogos marinos de la Universidad de la Patafísica afirman que,
en las profundidades del océano (eso que comúnmente se llama “el abismo”) la
fauna ha desarrollado otra forma peculiar de sobrevivencia pues, según las
hipótesis de los expertos, en el abismo corren corrientes hacia todas
direcciones; la mayoría son inofensivas para la fauna, mas aquellas que corren
hacia arriba pueden ser fatales.
De modo que, algún habitante de esta zona marina puede ser arrastrado
algunos kilómetros hacia la superficie. Cuando esto ocurre, corre peligro, en
primer lugar, por la presión ejercida sobre su cuerpo, que disminuye dramáticamente,
lo que puede provocar una completa disolución de su forma, aunque la mayoría de
estos seres mantienen el tiempo suficiente su propia consistencia para poder
emprender el camino de regreso. El peligro mayor deviene en la cantidad de
oxigeno y la calidad de éste.
La carrera que el pez debe emprender para regresar a su hábitat natural
debe ser veloz a tope; justo en ese punto la mayoría de los animales que fueron
arrastrados hacia arriba han muerto antes de arribar: el oxígeno que les resta
al llegar tan sólo les permite observar una última vez su hogar. Ante esta situación,
algunas especies han optado por una respiración “boca a boca”.
En cuanto la víctima de la intemperie vuelve a su sitio, otro miembro de
la especie coloca su boca en la del recién llegado; ambos mueven las cavidades
orales de forma sincronizada para transmitir algo de oxígeno.
Los científicos no se explican totalmente cómo
puede ocurrir esto, sin embargo aseguran que no puede ser de otra forma puesto
que, de lo contrario, la especie se habría extinto hace décadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deje su huella en la casilla