3/7/13

Tangoide


Buscaste un lago conocido en detrimento de mi mar.
Ni las mareas repetitivas
//un disco sonando todo el tiempo la misma canción//
ni el viento alucinante
(que traía siempre las mismas visiones borrosas)
anclaron tu vela
Remaste lejos, bien pinche lejos,
con la vista hacia atrás
apuntando al consuelo conocido y descarnado
a un territorio más alto y más frío
río (y risa) cuesta arriba

No me reclamés ahora el bandoneón enfurecido
ni las teclas hechas trizas
Te dije “oídos sordos” para que adoptaras el silencio
pero no
ese no es tu estilo
vos sos todo bullicio y prisa: impaciencia pura
No llorés jamás sobre las baldosas marchitas
pues los cardos no renacen
quizá sólo crezcan ortigas
Además
las lágrimas salan el café
arruinan el vapor que emerge de la taza
y le quitan el sabor a la comida.

No volqués tu alma a un precipicio pacotilla
a un tótem frágil como el cristal
tan imbécil como la cerámica china

Tenías anuncios enormes y brillantes durante todo el trayecto
letreros amarillos que gritaban precaución
Yo tenía las mareas bajas y los peces emigrando
Pero no
Ese nunca ha sido nuestro estilo
nos jugamos la muerte a cada paso
con la esperanza de perder todas las fichas en una sola mano
Todos los indicios nos valieron francamente madres

No me reclamés ahora el revólver en las pestañas
ni el puñal entre los dientes
Ni me prohibás ir río arriba
como salmón enfurecido al hocico del oso
para causarle una indigestión
o romperlo desde sus entrañas

Expatriado eternamente
(porque toda ruptura es un exilio y viceversa)
desde el momento en que al aire se viciaba
y tu barca resignada ni se movía.
Entonces sí
No era silencio, pero algo parecido
un mutis rotundo de claustro homicida
no decir sin detener el pensamiento tortuoso
Y pudo ser fácil
Cuestión de que la luna se acercara un poco
y que al mar comprendiera el ámbar de su piel
Pero no.
Ese conejo sideral también requiere agua dulce
a veces, para no morir de sed

No me reprochés la ausencia de fauna
ni los acordes desafinados
poco se puede hacer con los dedos y las redes destrozadas.

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