Nocilla
Experience,
una novela compuesta por viñetas, breves saltos gigantes de
continentes a épocas a lugares a vehículos... La relativa brevedad
de los capítulos que narran historias aparentemente inconexas se
asemeja a los textos integrados en los ciclos cuentísticos1.
El
texto no se compone de minificciones, quizá de brevedades
interrelacionadas (todas y cada una, a veces por el detalle más
insignificante, como los presos de los nazis que jugaban parchís
–ese lugar consagrado a tal juego, Jota y Sandra– con unos dados
cuyos números se veían borrosos –Ernesto que los recoje y los
mete junto con unas tapas de una biblia2–
); diferentes historias simultáneas y, de algún modo (casi
cósmico), entrelazadas no sólo temáticamente sino (dentro del
universo ficcional) físicamente3.
La
visión del narrador permite ver un mundo fragmentado-unificado. El
lector, como si fuera el Dr. Manhattan4,
puede ver todo lo que pasa en el globo, aunque de manera seccionada y
sin la certeza de poder observar todo lo que pasa (y no sólo lo que
nos incumbe)5.
No sólo este medio permite ver la vida así. La televisión, las
redes sociales consisten en microscopios (microcosmos) que develan
los nuevos mecanismos de interacción humana (igual que la relación
lector-mundo narrado): por partes. El ego
se secciona y libera al estar en las redes sociales; no mostrar la
cara, cierto anonimato, permite al usuario darse rienda suelta al
momento de comunicarse. El televisor genera un sentimiento de lejanía
con la realidad (todavía mostrada por breves espacios sincrónicos)6.
En internet, el ejemplo preciso (considero que) sería Twitter. No
más de ciento cuarenta caracteres para decir algo (cualquier cosa).
Obliga al usuario dar una sección breve de su realidad inmediata; lo
cual provoca que el lector todavía tenga otra concepción aún más
fracturada de lo que el primero quiso decir. Pero así parece la
existencia ahora (un perpetuo zapping, con música de fondo a más de
250 bpm, sin cortes comerciales); donde televisión e internet, vida
artificial/virtual, como mímesis y la literatura como la
deconstrucción de la realidad; de todos los espejos que permiten ver
el proceso vital fraccionado, el libro parece una película en stop
motion.
El
mundo (así, globalizado), irónicamente, está más roto que nunca.
Por ejemplo, los juegos on-line; uno puede tener una partida de
videojuego a las doce de la noche contra alguien en Japón, China,
Alemania, Ucranía o algún otro país más recóndito, más
desconocido, y la diferencia con jugar contra la I.A. de la consola
sólo consiste en un acto de fe de pensar que hay alguien al otro
lado de la conexión inalámbrica; la temática del juego no cambia:
alguien debe ganar, el otro debe perder y yo soy quien debe derrotar
al otro sea quien/lo que sea. Asimismo, las partidas son breves,
tenemos un tiempo límite y el resultado queda registrado “para
siempre” en la memoria de los archivos del servidor. Se acaba la
partida e inmediatamente se inicia otra: gamers en serio, gamers en
serie7.
Todo
va tan rápido. Todo debe ser corto para poder pasar a lo que sigue;
y, de lo que hay en esos momentos, nada queda (ni el horizonte), todo
se pierde: “El single perfecto dura menos de tres minutos y al día
siguiente no se vuelve hit”, incluso el mismo día se olvida por
otro (también perfecto,
de casi tres minutos). No queda nada. La cultura del reciclaje nos
llega demasiado tarde, cuando la vida convertida en producto
desechable ya la tiramos, con todo y empaque, sin haber comido
siquiera la mitad. No hay segundas oportunidades (Maleva que no abre
la puerta y esa oportúnidad con ella, la primera y la última; mejor
no ver el horizonte para evitar el segundo aire de vida).
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* Mozilla Firefox: Navegador de internet
de licencia freeware (gratuita).
1 Vid
“Estrategias para leer textos integrados” de Pablo Brescia y
Evelia Romano en El ojo en el caleidoscopio.
Difusión cultural UNAM. pp. 7-43. Se refiere, en este caso, a
textos de narrativa breve (cuentos cortos, minificciones, etcétera)
que mediante algunos detalles muestran intertextualidad o pueden
ellos mismos contar una historia juntos (aunque fungen también como
historias independientes una de otra); el caso más próximo que se
me ocurre es La frontera de cristal. Una novela en nueve
cuentos de Carlos Fuentes.
2 Que
también permite pensar esa frase de Einsten “Dios no juega a los
dados”.
3 Miniobjetos-Delorean
(Back To The Future) que llevan al lector (no a quien toma el
objeto) a un pasado o futuro, a otro lugar a años luz o en la
esquina de su casa.
4 Watchmen.
5 Mejor
dicho, con la certeza de ver sólo lo que nos incumbe y no todo lo
que pasa.
6 Lástima
que ellos sean realmente el simulacro de visión del personaje de la
novela gráfica Watchmen (el
Dr. Manhattan): vemos lo que otros creen que nos debe importar sin
siquiera preguntarnos y nosotros lo aceptamos como un pacto de
lectura para inerpretar una realidad cuyo centro más desgarrado
(ese que sí nos importa) no nos dejan ver porque ¿no estamos
listos para ello? ¿Porque no es algo que deba preocuparnos pues se
solucionará solo? ¿Porque temen perder público cautivo y por lo
tanto rating, ventas, dinero? ¿Porque ellos mismos lo ignoran o
creen que en verdad carece de relevancia?
7 Pero
en este videojuego no hay vidas extra. En esta arcade
depositamos nuestra única moneda y, de traer más, seguro la
pantalla pintaría “Game Over. Credit(s) 0. Please, don't insert
coin” (Juego terminado, Crédito(s) 0. Por favor, no inserte una
moneda) [En las máquinas de arcade,
cuando la partida termina, genralmente aparece la leyenda “Game
Over. Credit(s) 0. Insert Coin (Juego terminado, Crédito(s) 0.
Inserte moneda. La traducción es mía].
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