La finitud no se
vislumbra próxima o eximia.
Tampoco mi platino
sempiterno
oscurecerá al final de
la yesca calcinada.
Con ausencia de albur,
carencia de efecto,
el defecto verbal que
traspasa ojos y miembros
sacudirá esa piel de
porcelana fina.
Esta noche no pregunto.
Pasmado, miro los
anillos trastocados.
Cotejo similitudes,
intersecciones, constantes.
Resultan en lo mismo
una y otra y otra y otra
y otra y otra y otra y
otra y otra y otra y otra
Lo mismo daría arrojar
piedras
a un lago recién muerto
incapaz de parir
lástima
o penitencia por la
vida.
Todos y cada uno de los
elementos
se desmemoran entre
agudas estridencias,
que vienen de cuerdas
tensadísimas y húmedas,
lenguas tan finas, tan
delgadas, tan blancas.
Inútiles.
No estallaré un alba.
Permaneceré atosigado
con torpes obsesiones
mi aire
mi asfixia.
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