Hello, darkness, my
our old friend, I’ve We’ve come to
talk with you again
The
Sounds of Silence
If this everchanging
world in which we’re living
makes you give in and cry
Live
and Let Die
In
memoriam E.C.
Apenas ayer nos encontrábamos entre asustados y divertidos
con la imagen de un cadáver desollado, ¿recuerdas?
Cada año, sin ponernos de acuerdo,
lanzábamos las mismas piedras a los mismos blancos. Los dos, desde puntos muy
distantes, nos observábamos de orilla a orilla. Lo admito. A veces te veía como
un espejo mío, quizá la ropa y la música, quizá esa mirada de túnel que promete
algo más allá al final. Me parecías el reflejo de lo que yo habría sido si
hubiese tenido la oportunidad (si me hubieran crecido los cojones un poquito
antes).
Ahora despierto con una llamada telefónica,
la voz me dice que tú serás la siguiente imagen que rondará en los muros de esa
ciudad; todos tratarán de buscarte a fuerza de memoria y fotografías, aunque
saben bien dónde estás: tu tumba, afortunadamente, tiene nombre.
No sé por qué me afecta tanto si ni
siquiera éramos tan cercanos. Pero había algo de complicidad, cierta
camaradería en esos breves gestos que eran como golpecitos en la espalda.
Me pesa por ella, te quería un chingo. No
sé cómo lo esté tomando ahorita, pero seguramente nada bien. Si la conozco lo
suficiente, sé que ella no enunciaría palabras, diría que no lo vio venir y que
sí, le pesa, pero hasta ahí (aunque por dentro ande mal, por un asidero a la
tierra que se pierde).
Nunca sufrí la muerte de un amigo (es
decir, cambio de amistades con frecuencia y, en todo caso, los que restan,
siguen vivos). Pero a ella le ha tocado más difícil esta perra vida. Imagino
que, en parte, a ti también (uno no escoge este camino de a gratis, ¿verdad?).
Algo me dice que tú también la querías
bastante, a ella y a todos los que justo ahora padecen tu descanso.
Podría ponerme chairo y decir que hora
afinarás tu guitarra con los Ramones, con Cobain, con Hendrix; que tocarás tus
rolas con esos artistas malditos y muertos, reglorificados en el canon
cultural; que ahora aprenderás de Mozart y que juntos se burlarán de la sordera
de Beethoven. Pero no, ese no es mi estilo (ni el de ella).
Podría ponerme de humorista negro y decir
que si tus amigos en verdad te aprecian, buscarían las esferas del dragón o se
arriesgarían a la transmutación humana. Pero no, quizá para ellos es muy pronto
todavía.
Sería genial que hubiera Wi-Fi del otro
lado. Deberías venir de visita algún día.
Ahora que lo pienso, quizá te fuiste en el
momento adecuado. Perfect timing, you
know? Quizá te largaste justo antes de que empezara todo y te salvaste sin
querer (sin deberla ni temerla) porque de algo estoy seguro: la de malas nos
habría tocado. Apenas inicia el declive y el concierto fue una pifia (además,
hacen encore los desgraciados). Es el
festival infinito de las mierdas danzantes; la parodia de un proyecto caótico y
extraño que nos auguraba la destrucción bendita de la civilización
(Apocalipsis2.0 en formato .exe y .dmg).
Sí pero no. Te salvaste, pero abandonaste
muy temprano la fiesta. Lo peor/mejor estaba por venir. El destino te cambió
los carriles de forma imprudente (como microbusero) y te saliste del camino.
Quizá la eternidad te siente bien. Ese
eterno vacío donde tu silueta asciende, ya te tocarán puras upgrades si no te mandan a la papelera
de reciclaje o a esos archivos olvidados en carpetas “organizadas” e infinitas.
Tu cosmos arde. Te fundiste en uno con el
universo. Ahora también sos parte de la fuerza.
Nos veremos en el infierno, che, apartame
un lugar.