Blog personal de Gilberto Nava, "Gablot". Aquí puedes encontrar textos literarios, ensayos, críticas y básicamente cualquier cosa que habita en esa cabeza y se escapa entre los dedos.
10/5/12
Fábula del conejo y el gato
Para Luna
El conejo de la luna no mira hacia la tierra
busca en el infinito el listón que lo atraviesa:
un moño enlazado por Moebius que a Schrodinger diera
Para que jugara su gato dentro de la caja negra.
El conejo de la luna oye que un cascabel resuena,
el gato aun vive y recorre la infinita cuerda.
El felino gris se asoma, alza la tapa a contra-regla.
Observa al diamantino conejo escuchar la dorada esfera.
El conejo lunar salta, el gato le saca la lengua.
El satélite terrestre orbita de diferente manera:
un ocho inagotable deja su nueva estela.
“Dead Eyes See No Future” (by Arch Enemy)*
En Satania estás/es el
fin del camino
Mägo de Oz, Finisterra
Si he de caer/humillado,
nunca más me rendiré/me aprisionará el honor/en la torre de mi
orgullo/ y abrazado a sus escombros/moriré
Saurom, El laberinto de los
secretos.
Auxilio:
nombre de la protagonista-narradora, último vocablo que huye por la
garganta de quien necesita/quiere/puede salvarse; palabra olvidada
para el prepotente, el orgulloso, el narcisista, los desesperanzados
(porque el narcisista, el orgulloso y el prepotente son todos
desesperanzados)1.
Ella rememora muchas
partes de su vida desde el baño de la Facultad de Filosofía y
Letras el día en que el ejercito viola la autonomía de la
Universidad. Un recuerdo concerniente a Arturo y su cambio de
amistades demarca claramente a la nueva generación de humanos2.
Jóvenes que crecerían para ver a Kurt Cobain, que están en el
periodo de gestación del rock pesado (del más pesado y el más
profundo) después de los movimientos estudiantiles importantísimos
de los 60's. Niños salidos de las cloacas que, en otras palabras,
son la generación que precede a la nuestra, donde se gestaron ninis,
chakas,
mirreyes,
bebés que confunden una revista con un iPad, de jóvenes inmersos en
el más puro carpe diem
sin saber que obedecen a la tradición de las perpetuas crisis: “a
la tumba no hay que llevarse nada”; pero también en esta
generación estamos los nostálgicos,
quienes retoman voces del pasado (neohippies, neometaleros,
neorockeros, neosalseros, neocholos, neoindies, neoetcétera3)
y las adoptan como himno4.
Los nostálgicos
y los otros (que denominaré poperos
a falta de otro término que pueda agruparlos) seguimos esa lógica
que Tirso impregna al protagonista del Burlador
de Sevilla:
sin arrepentimientos, sin temor, sin miramientos, bajo ninguna
circunstancia, nunca. Auxilio dice que los jóvenes de la generación
de Belano no serán la esperanza5.
Con mayor razón nada puede esperarse de esos niños habitantes de
cloacas, perpetuos huéspedes del STC Metro (nuestros “padres”);
por lo tanto, nosotros...
Por eso no huímos,
pues debemos probar nuestra gran “valía” y porque en realidad no
queda lugar donde esconderse (excepto, tal vez, el abismo; la duda:
¿no estaremos ya ahí?6:
“Lo único que pude hacer fue ponerme de pie, temblorosa, y
escuchar hasta el último suspiro de su canto, escuchar siempre su
canto, porque aunque a ellos se los tragó el abismo...”).
Novelas como Amuleto
dicen lo que hace la generación donde surge en vez de definirla.
Muchas veces, su accionar consiste (debe consistir) en observar a las
nuevas generaciones. Este tipo de textos son útiles para los nuevos
individuos. Su mirada permite ver una parte nuestra a la que no
tenemos acceso; nos da la pauta para definirnos y, ya fraguados,
comenzar a movernos.
El tema de la identidad nunca es tema superado. El
tiempo pasa y no sin cargos (generalmente extra), se lo lleva todo.
Por eso, los nuevos, los que llegan (los que llegamos), como toda
civilización, necesita un discurso identitario, que le explique su
existencia, su vida y su razón de estar en el mundo (en la trampa,
en la miseria o en la gloria; donde sea, pero que le permita entender
qué hace y por qué se encuentra allí).
Auxilio, la testigo
presencial de todas las caídas más aparatosas y más profundas que
las del Ícaro más absurdamente patético y, sin embargo, muy tarde
comprendió qué significaban (“Yo lo vi todo y al mismo tiempo no
vi nada”). Lo mismo nos ocurre. Es el lugar preciso, el momento
adecuado, tenemos lugares en primera fila para este show
que sabe a preludio del fin del mundo (vuelve la censura, los métodos
violentos se acrecentan, Orwell y Huxley nos parecen profetas de la
era cibernética) y nosotros miramos hacia otro lado, encaramos lo
que venga con una máscara que en el momento definitivo seguramente
se quebrará y, bajo eso, sólo quedaremos nosotros y tenemos muy
claro que eso
no basta.
____________________________
* “Ojos
muertos no ven futuro alguno” de Arch Enemy.
1 Ya
es artículo recurrente en internet (tanto que incluso los programas
amarillistas como Difícil de creer de
la cadena TV Azteca transmitido por canal 7 en México, D. F.) que
es tipo de personas, cuyo afán de superioridad y autoidolatría
parecen más patología psicológica que alta autoestima, en
realidad sufren demasiado estrés para alcanzar sus propias
espectativas de sí mismos (generalmente por encima del promedio,
superiores a lo humanamente aceptable). Víctimas del sistema donde
se quieren erguir victimarios; esos son los primeros en caer en la
gran trampa pues se arrojan al abismo sin siquiera saber bien si
están dispuestos a todo sólo porque deben demostrarlo porque el
“machito latinoamericano” que traen/traemos dentro dice “somos
chingones, carajo, lo somos. Somos cabrones, che, lo somos. Brinca,
brincá, es mejor si temes; es mejor si mojas los pantalones, si te
cagás con el salto y te rompés algo”. Seguimos la larga
tradición donjuanesca de ir a la cena con el convidado de piedra
sólo para probar que no tememos ni a la muerte decimos que el
castigador divino no nos atemoriza (aunque tengamos pánico), que no
nos acobardamos, que valemos algo y que valemos más de lo que se
cree. Llegamos al grado de, como Don Giovanni, negar el
arrepentimiento cuando el infierno ya lo tenemos encima.
2 “...
una generación salida directamente de la herida abierta de
Tlatelolco, como hormigas o como cigarras o como pus, pero que no
había estado en Tlatelolco ni en las luchas del 68, niños que
cuando yo estaba encerrada en la Universidad en septiembre del 68 ni
siquiera habían empezado a estudiar la prepa... su lenguaje era
otro, distinto al mío, distinto al de los jóvenes poetas, lo que
ellos decían, pobres pajarítos huérfanos, no lo podía entender
José Agustín, el novelista de la onda, ni los jóvenes poetas que
querían darle en la madre a José Emilio Pacheco, ni José
Emilio... nadie podía entenderlos, sus voces que no oíamos decían:
no somos de esta parte del DF, venimos del metro, de los
subterráneos del DF, de la red de alcantarillas, vivimos en lo más
oscuro y en lo más sucio, allí donde el más bragado de los
jóvenes poetas no podría hacer otra cosa más que vomitar”.
3 El
prefijo “neo-” me parece necesario: las corrientes culturales
(oficiales y underground) son refritos, en el mejor de los
casos apropiaciones sin innovación; sin embargo, no es lo mismo que
cuando surgieron. Esas corrientes aparecen antes de la década de
los 90's (algunos a principios de éste y a finales de los 80's,
pero se consolidan antes de la mitad de esa década). Al final del
siglo XX ya no quedan sino remakes de viejos himnos de guerra.
4 Para
quienes “Smell Like Teen Spirit” (Nirvana) aún dice mucho de
ellos. Para esos, The Beatles, The Doors, Elvis Preasley, Pink Floyd
y todas otras voces del estilo y de la época son el canto que
entonan para lanzarse al abismo.
5 “Y
a veces me decía: estos muchachos son la esperanza. Pero otras
veces me decía: qué van a ser la esperanza, qué van a ser la
espumeante esperanza estos jóvenes borrachines que sólo saben
hablar mal de José Emilio, estos jóvenes briagos duchos en el arte
de la hospitalidad pero no en el de la poesía”.
6 Por
ese motivo, seguramente, muchos nos disfrazamos desde el primer
instante en el que vemos una armadura conveniente y no olvidemos el
arma(“... otro terror recurrente y mortalmente latinoamericano:
buscar tu arma y no hallarla...”): elegimos escudos y armas para
afrontar no-sabemos-qué, pero que debemos vencer (porque el sistema
enseña que hay cosas malas y deben ser derrotadas, porque nuestros
padres nos advierten de los peligros del mundo, esos peligros son
cosas malas y debemos vencerlas). Muchas veces el disfraz que
escojemos resulta el camuflaje para perpetrar ese mundo “oscuro”
y “siniestro”, ¿acaso nosotros mismos no estaremos forjando y
mezclándonos inevitablemente en ese organigrama tétrico y
terminemos “convirtiéndonos en eso que dijeron que nos
convertiríamos al final , asesinos psicópatas” (paráfrasis de
Sin City)?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
También disponible: http://utopiaydesencanto.blogspot.mx/2012/04/trabajo-destacado-de-amuleto.html
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