31/7/15

No soy una entrada de blog, soy una nota suelta



Teoría del caos. Si algo aprendí con Cortázar es que Dios sí juega a los dados, pero pocas veces pierde (o eso quiere hacernos creer: por eso inventó al Diablo, para culpar a alguien cuando necesita un número alto y obtiene snake eyes). Es comprensible, a pocas personas (y ficciones) les gusta admitir sus errores.
Naca como un encuentro fortuito para recordar en qué casilla vas y de qué lado metes gol. Me bastó ver unas ojeras sonrientes y una charla-amenaza para saber (recordar) que no estoy donde debiera sino donde necesito. La moraleja es la misma cancioncita con la voz de Yager, la archisabida frase con la que inició Dr. House: “You can’t always get what you want”. Lo bueno es que, al menos ahora si obtengo lo que preciso.
Para salir del Déjà Vu perpetuo basta que una cabra te impacte los ojos contra la cara.
Autoevaluación exprés.
El azar no perdona. Tampoco es justo. Sólo es.
Uno debe jugar la mano que le toca, más si ya se fue a mulligan a cinco.
Interstellar se quedó corto: no es el amor sino la nostalgia lo único capaz de atravesar dimensiones. Elizondo lo probó con Farabeuf: no sólo el cuerpo debe cercenarse en mil pedazos, también la memoria. Todo debe reducirse a unos y ceros para disfrutar doloridamente que cambiar un dígito trastorna todo el universo.
Quizás debí doblar en otra esquina para encontrar mi muerte o debí quedarme en la silla porque era seguro que esa mina había de volver. Tal vez no debí abordar ese bus o sí tenía que subir a ese colectivo que me deja en la acera con su rugido de smog.
Ni idea.
Pero no. No es abandonarse (ablandarse) a un hado imbécil. Lo sé porque he resistido y fallado, pero supe encajar (algunas de) esas derrotas: una pata de conejo bajo los postes; aunque, sigo sin entender por qué siempre robo tierra en momentos decisivos.
C’est la vie.
No lo acepto del todo porque la aceptación también es una forma de resignarse, pero es imposible jugar sin mano: ni dios juega a los milagros, además no es mi estilo.
La casualidad es un instinto pero no un recurso renovable: pasa, se va y tal vez no regresa nunca: la colilla del cigarro cae siempre en el recuadro tres pero no cae exactamente en el mismo punto y los únicos que mueren como perros son los incautos que ni se enteran de lo sucedido.
Porque me quejo y no, corazón coraza. Rencor ronquido ahogado bajo la almohada que amanece húmeda y triste todas las mañanas y todos los insomnios.